¿Cuánto llueve exactamente en Valladolid?

En segundo lugar, no sólo hay diferencias en el espacio, sino que el tiempo que estemos midiendo también influye. Si es corto, un intervalo de unas pocas horas, las diferencias con lo que se mide en la Plaza Mayor y en los barrios puede ser alta. Las tormentas de verano son especialmente locales y de corta duración. No es raro que se inunde alguno de los túneles que cruzan las vías del tren y no otro, simplemente porque la tromba de septiembre cae en un barrio y no en otro.

La altura a la que hagamos la medida también influye en la cantidad de agua que recogeremos. En 1766 un médico inglés, William Haberden, hizo un experimento delicioso. Puso un pluviómetro en lo alto de la abadía de Westmister, otro en el tejado de su casa –que no estaba lejos– y un tercero en el suelo de su patio. Las cantidades recogidas en ellos durante varios meses fueron muy diferentes; de orden de un 87 % en sólo 32 metros de diferencia. En la ladera de Parquesol, donde está el centro territorial de la AEMET y el observatorio, no llueve lo mismo que en la plaza del Coca (sí, oficialmente, plaza de Martí y Monsó; pero del Coca).

Por suerte, los valores climatológicos, es decir, las medias de periodos de 30 años, son más estables. Aquí la variabilidad espacial se va compensando día tras día. Los datos oficiales dicen que en Valladolid caen al año, de media, 433 litros por metro cuadrado. Esto, en el observatorio, a 734 metros de altitud. En la Plaza Mayor es seguro que no cae exactamente esa cantidad, y en Villanubla, en el páramo, a 842 metros, donde también se mide la lluvia todo el rato, tampoco. Allí son 435 litros. Las diferencias mensuales son más acusadas: de los 40 litros en enero en Parquesol a 36 litros 10 kilómetros más allá, en Villanubla (un 11 % más arriba que abajo). En agosto las diferencian suben hasta el 31 %.

Para acabar de complicar las cosas resulta que no es lo mismo usar como base de la climatología los 30 años que van de 1981-2010 que los del periodo 1961-1990. Los resultados del cálculo son diferentes. No mucho, pero diferentes. ¿Importa? Sí, sí que importa cuando hay que diseñar infraestructuras que sean capaces de canalizar los aguaceros, o cuando queremos saber cómo va a afectar el cambio climático a la lluvia que cae del cielo al trigo, la cebada y las viñas.

Así pues, no sabemos con precisión cuánto llueve en Valladolid. Podemos decir que en el observatorio caen unos 433 litros al año, y podríamos estimar una horquilla entre los 423 y los 443 en el resto del término municipal. Pero si los modelos de clima nos dicen que en uno de los escenarios de cambio climático la lluvia va a pasar a ser de 425 litros, estaríamos dentro del margen de error, y la variación –en ese caso– no sería concluyente. El asunto se complica cuando hablamos de medias mensuales o estacionales, tan importantes para los cultivos, y donde las diferencias son mayores.

Los radares y los satélites nos ayudan a paliar estas discrepancias a los que nos dedicamos a estas cosas, pero ahí también hay varias fuentes de error, incertidumbres y problemas que nos impiden dar una respuesta exacta a la pregunta de cuánto llueve exactamente en Valladolid en enero. Pero eso es largo de contar, así que lo dejaré para otra ocasión.