La política lo es todo

Esa desafección con la política debería preocuparnos, seriamente, ya que si los ciudadanos, a los que va dirigido la acción de la política con el ánimo de mejorar sus vidas, se desentienden cada vez más de la política e incluso desconfían, la democracia, tal como la conocemos, sale muy perjudicada.

Pero es que hay decisiones, que seguramente no tengan nada que ver con la política a la que hace referencia Aristóteles, que son difíciles de entender por la gran mayoría de los ciudadanos y una de esas decisiones es lo ocurrido en Burgos al excluir de la financiación necesaria para realizar su trabajo, a las entidades más relevantes y experimentadas en la atención a la pobreza, la exclusión y la migración y, lo que parece peor, al intentar dividir a un sector que debe trabajar en unidad de acción.

En uno de los peores momentos de la historia de España por lo ocurrido en Valencia y en otros puntos del país parece que surge, inoportunamente, un interés por desacreditar a las entidades que llevan «toda la vida» dedicando esfuerzos en echar una mano a quienes más lo necesitan, convencidas de que el ser humano, por naturaleza, es solidario y no es ajeno a las tragedias que acontecen a su alrededor y es entonces cuando muchos ciudadanos se preguntan si algunos no tienen nada mejor que hacer, que querer hacer «política», esa política de la que no habla Aristóteles, en un momento en el que se requiere unidad y convencimiento.

A pesar de estos episodios, que volverán a surgir, estamos seguros, hemos de creer, hemos de defender y hemos de apoyar la acción de la política como medio para que la mejor versión de todos nosotros esté presente siempre y, especialmente, cuando debemos dejar a un lado nuestras legítimas rivalidades en pro de estar a la altura de los acontecimientos más importantes que ocurren en nuestro presente, a la altura de la vida.