![La foto de Salamanca](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202107/31/media/cortadas/1439666772-kjEC-U150107058925kpG-1248x770@El%20Norte.jpg)
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De rubio casi céltico, el presidente Núñez Feijoo ha dicho en Salamanca que si para algo ha servido la crisis del coronavirus es para consolidar el Estado de las Autonomías. Es difícil saber si lo decía de verdad o de coña. Poco habló, por ejemplo, ... de los 220 millones que le costó al presidente Sánchez que bajara a la ciudad de fray Luis el presidente Urkullu. Y sí, algo más, del evidente desprecio al mundillo autonómico por parte del presidente Aragonés, que a esa hora en lugar de en Salamanca estaba en Ginebra, pidiendo autodeterminación al lado de Marta Rovira. Para qué va a venir a una reunión como ésta, dijo el presidente de Galicia, si ya despacha él cuando quiere de manera bilateral con el presidente de España. Ahí sí que parecía que no hablaba de broma. Algo más explícita, en su línea de azote pertinaz al presidente de presidentes, anduvo la presidenta Ayuso, que brilló con luz propia cuando espetó que a lo mejor éste es el último cónclave presidencial al que viene ella. Siquiera aunque se trate, como es el caso, para repartir dividendos. O vacunas. Qué gusto, de todas formas, poder expresarse así, con absoluta unidad en la divergencia, en un foro en el que todo el mundo es presidente.
De poco le ha servido al presidente Sánchez en Salamanca, según parece, venir cargado de vacunas. Solo los aplausos al Rey consiguieron acallar los abucheos a su persona. Algo que ya parece habitual con independencia del color político del presidente que le acoja en su taifa. Luego, la cosa del protocolo pandémico permitió que fuera el presidente de Castilla y León, que jugaba en casa, quien le mostrara las bellezas de la capital charra al monarca, mientras que del presidente Sánchez se ocupaba el prior de los dominicos de San Esteban. El único entre los presentes, junto con el Rey, cuya autoridad no dimana de urnas autonómicas. Y finalmente, antes de la foto oficial, la oportunidad de comprobar que el protocolo de saludos pandémicos se reduce ya oficialmente a tres modelos, según el vínculo entre saludantes: mano al corazón, codo con codo o puño contra puño. Nada de abrazos ni de besos con mascarilla, como ocurre ya sin disimulo entre el común de los mortales, se pongan como se pongan las normativas autonómicas.
Algo más que las vacunas, sí parece que le ha servido al Presidente llegar a Salamanca con cheques a extender, y con la noticia de que la economía española, sin especificar por barrios, subía un 2,8 por ciento en el segundo trimestre. Casi un 20 por ciento en el cómputo interanual. Habiendo qué repartir, y más si se trata de fondos transpirenaicos, el espíritu de la España de las Autonomías resiste, a pesar de sus ángulos oscuros. Diga lo que diga Feijoo, la foto de Salamanca lo que hace es constatar, en la víspera de la diáspora agosteña, que mientras se siga garantizando suministro los presidentes podrán seguir siendo presidentes. Por más que a sus ciudadanos nos parezca que, con la pandemia, el Estado de las Autonomías se asemeja cada día un poco más al Estado del Desbarajuste. No me extraña que, bajo el sol de Salamanca, el color del pelo del Rey se pareciera tanto al color del hábito de Santo Domingo. Serían los reflejos.
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