Foto de familia, el pasado martes por la noche en el Palacio Real, de los jefes de Estado y de Gobierno de la cumbre de la OTAN de Madrid. EFE

La foto de palacio

La Canaleja ·

Con esa compañía de la foto en el Palacio Real, Boris Johnson lo tuvo complicado para hacer fiesta y aún más con el sosegado programa musical que encabezaba 'Suspiros de España'

Jaime Rojas

Valladolid

Sábado, 2 de julio 2022, 00:02

Observo la fotografía de familia en la cena de gala de la Cumbre de la OTAN en el Palacio Real y como en todos estos asuntos pienso en que ya no serán los mismos en el próximo posado. Así, con ese pesimismo que exigen los ... tiempos, en la siguiente reunión creo que de los 37 retratados muchos ya no estarán. Miro y remiro la imagen y veo cosas que antes no veía, que canta Luz Casal. Sobre todo me fijo en la colocación, todo un arte que debe cultivar cualquier político que se precie, que ya lo decía Guerra –no el torero– que quien se mueve no sale en la foto.

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Y presto atención al inconfundible Boris Johnson, que en esto de fiestas es el más experimentado. Veo que está junto al canadiense Justin Trudeau, que por edad puede ser también fiestero; al otro lado tiene a Stevo Pendarovski, el presidente de Macedonia del Norte, un hombre circunspecto que no está para saraos porque vive en tierra peligrosa. Si en lugar de Stevo hubiera estado Berlusconi, otro gallo cantaría hasta la madrugada.

Con esa compañía, Boris lo tuvo complicado y aún más con el sosegado programa musical, que estuvo a cargo de la Banda de Música de la Guardia Real que interpretó, entre otras obras, 'Suspiros de España' y las zarzuelas 'La boda de Luis Alonso', y 'La Gran Vía', piezas extrañas para un británico con una cerveza en la mano y una croqueta, en la otra.

Los suspiros venían de la primera fila, delante de Boris, donde estaba Sánchez, quien musitaba melancólico la canción con un «ay de mí, pena mortal, por qué se aleja España de mí, por qué me arrancan de este rosal», mientras pensaba que quizá en la próxima foto atlantista ya no participe, salvo que con su mágico manual de resiliencia se reinvente en fotógrafo, que lo hace en un clic de cámara.

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