Secciones
Servicios
Destacamos
Filomena es una tormenta, la última. Hubo un tiempo en el que a los fenómenos meteorológicos especialmente adversos siempre se les daba nombre de mujer. Prefiero ignorar el motivo. Lo cierto es que cuanto más fuerte y huracanado era el viento o más devastador el ... resultado de su paso, más calaba el nombre que, por supuesto, quedaba asociado a una situación crítica y adversa.
Eso sí, el bautismo siempre seguía un escrupuloso orden alfabético. De ahí que llegado este momento y alcanzada la letra 'F', como sucede, se podría haber optado por el nombre de 'Farruquito', en primer lugar, o Filomena', como alternativa. Personalmente el primero me resulta mucho más atractivo e, incluso, me transmitiría un efecto devastador muy por encima de la inocente Filomena. 'Farruquito' da mucho de sí.
Sea lo que fuere lo cierto es que la última gran tormenta invernal, aquella que nos debería recordar el efecto de las nevadas propias de los años 50, tiene un amable género femenino y ha llegado acompañada de toda suerte de adversos efectos climatológicos.
Pero Filomena no ha sido solo una tormenta de nieve que ha elevado el valor de las estampas navideñas, también es un espejo en el que mirarse para refrendar la evidencia de nuestro estado social, de lo mucho que ha cambiado esta tierra, de lo poco que queda de una historia pasada que nos ha hecho llegar hasta aquí. Y todo para concluir que Castilla y León, y en especial León, es hoy una provincia desnutrida en lo poblacional.
Nadie ha salido al paso de Filomena en la 'España vaciada'. Y ha sido así porque en los pueblos, en la montaña, ya no quedan 'paisanos' cargados de tradición. Quedan recuerdos bajo la tierra, y muy poco más. De verdad, hubo un tiempo en el que no eran necesarios los militares para solventar un problema que se resume en un metro, o metro y medio de nieve.
En realidad, todo aquello era rutinario. Con la nieve tendida como un manto desprendido desde el cielo con enorme suavidad, cada vecino armaba la pala para hacer frente a la rutina invernal: espalar sin descanso hasta alcanzar la mitad de la calle y, desde allí, avanzar con la complicidad de familiares y amigos hasta llegar a los puntos clave del municipio: el bar, en primer término, las ganaderías si terciaba, la tienda, la escuela y la iglesia.
El resto quedaba a su suerte porque nunca llovió que no escampara y desde luego jamás hubo una tormenta de nieve que se hiciera eterna. 'Hay lumbre, hay leña y el arcón está lleno. Nada más se puede pedir', razonaba el abuelo Pepe a Josefa convencido de que el mundo podía esperar a que la nieve se rindiera ante los rayos del sol.
Hoy no quedan manos para llevar la pala al hombro y el resultado es el que es. No hay corazones dispuestos a latir en un mundo rural cada vez más olvidado.
Es la triste situación de esta comunidad y, en especial, de la provincia de León. En el último año esta provincia perdió la nada despreciable cifra de 3.562 habitantes, el 77% del total de la comunidad (repetimos, el 77% del total de la comunidad).
Ninguna otra provincia de Castilla y León sufrió una sangría tan descomunal, tan terrible. Muy por detrás de León se situaba Zamora (-1.951) mientras que cinco provincias de la comunidad ganaron población. Y ante esto, ¿qué hacer?
Quizá Filomena no sea una tormenta sino el nombre que sirva para la rúbrica de un epitafio: 'Recorrí las tierras de Castilla y surqué las de León. Nada había que saliera a mi paso (Filomena)'. Así sea, salvo que se busque un remedio.
Noticia Relacionada
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.