![El pensamiento](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/09/20/80207187-kM6E-U2102124717762TH-1200x840@El%20Norte.jpg)
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Hay reflexiones muy abstractas y especulativas que rompen con la lógica común. Suelen estar compuestas de frases breves y algo esotéricas que reúnen en muy poco espacio un análisis profundo. Recordemos la sentencia que, acerca de la idea que nos hacemos de Dios, concluye que « ... si lo has entendido, no es Dios». La deducción es inabarcable y no entra en nuestros hábitos reflexivos. Nosotros estamos acostumbrados a oscilar entre rechazar algo porque resulte poco real, poco empírico, o a sostener más bien que las cosas son lo que nos representamos de ellas, por encima de lo referido a su existencia material. Pero defender que algo solo existe en tanto que lo desconocemos, es una hipótesis que normalmente, y más en estos tiempos tan proclives a los gustos científicos, rechazamos de plano.
Sin embargo, la fórmula tiene peso. Tiene gravedad poética, literaria y filosófica. No es productiva de nada, pero no lo necesita para sostenerse. Se contenta con atraer a la razón y dejarla sabiamente desorientada. De hecho, encarna la potestad del pensamiento cuando es concebido como diferente e incluso contrapuesto a la razón. Normalmente, la razón es presentado como un saber afín a la ciencia y el positivismo, mientras que el pensamiento lo es como fuente de meditación.
Traigamos, para mayor claridad, otro ejemplo a colación. Una sentencia que, también en referencia a Dios, dice así: «No le buscarías si no le hubieras encontrado». Aquí la razón positiva ve absurdo buscar a alguien ya encontrado, mientras que el pensamiento meditativo disfruta a su anchas con esta paradoja.
Ahora bien, las explicaciones psicológicas se nutren a menudo con este tipo de pensamiento. El origen del deseo, sin ir más lejos, puede ser explicado bajo este modelo teológico. Así, para experimentar deseo del otro, ya sea como amistad, amor, compañía u otro afecto, necesitas haber disfrutado previamente de la presencia del otro y de su amor. Solo si ya has tenido al lado a alguien provisto de capacidades fundantes, sea la madre o una figura de cuidados que te alimente y enternezca, puedes en la vida de adulto buscar a los demás y compartir experiencias, cuerpo o intimidad. En caso contrario te verás asaltado por la soledad y un excesivo sufrimiento mental. Precisamente, esa ausencia de protección y dulzura suficientes, de amparo, en definitiva, es el origen de todas las locuras humanas, sin necesidad de abrir cerebros ni medir sinapsis para explicarlas. Es más sencillo que eso, basta con imaginar que podemos buscar a los demás porque en la infancia tuvimos la suerte y la oportunidad de encontrarlos. Un año de abrazos es un factor causal más importante que todos los neurotransmisores que vengan a cuento.
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