En nombre de la libertad se ha derramado mucha sangre, se han inmolado muchas vidas y se ha esclavizado a millones de personas. Nada de esto sucedería si los humanos no se cegaran con el poder o se narcotizaran con la servidumbre voluntaria. En virtud ... de estos excesos, algunos entienden por libertad la capacidad de someter a los demás, atraídos por la promesa de hacer lo que les dé la gana. Y otros, le cogen tanto miedo a la responsabilidad que prefieren la obediencia. Entre medias de estos extremos, se baten los que creen que nadie es libre mientras alguno no lo sea. Es fácil comprobar que en estos tres solares cabe la humanidad entera. No supone un gran esfuerzo ir a alojando a los conocidos en cada uno de ellos, aunque cuesta un poco más entender o confesar en qué parcela nos hospedamos nosotros mismos.
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Ahora bien, la libertad se borra si piensas mucho en ella. Si la miras de cerca es como una Medusa que petrifica la idea. Sin ir más lejos, ves que tu conducta y tus elecciones surgen y se imponen sin saber bien quién las maneja. Decía Spinoza que nos creemos libres porque conocemos nuestros deseos, no porque conozcamos su causa. Cuando pensamos en Dios, en el Destino o en el Inconsciente, inmediatamente nos sentimos menos libres y más condicionados por una agente exterior o interior que nos gobierna.
También dudamos de la libertad cuando no le ponemos pegas. Hablamos entonces de libertinaje, porque sin sus correspondientes cadenas nos parece falsa. Es curioso, pero en cuanto la libertad extiende sus alas le echamos un ancla para sujetarla y ponerle trabas.
Tampoco tiene desperdicio, a estos efectos, la conocida pregunta de Lenin: «Libertad sí, pero para qué». Su construcción es impecable, aunque venga de quien viene. No hay libertad abstracta. Su defensa es un camelo que siempre esconde algún provecho particular. La ideología liberal o neoliberal consiste en eso, en defender las libertades formales en beneficio del sistema y de quien le representa, pero desconfiar de las concretas. Al igual que el despotismo ilustrado defendió que «todo para el pueblo, pero sin el pueblo», el liberalismo sostiene que «todo el capital para los ciudadanos, pero sin el capital». Los fondos de inversión son de ellos. Mientras tanto, eres libre de comprar lo que quieras, según tu franja de dinero, y de llenar el móvil con las imágenes y videos que el algoritmo te vaya proponiendo.
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De cuando en cuando alguien se despierta, recobra la lucidez y, a la pregunta de «libertad para qué», contesta rotundamente que para ser libres. Sin necesidad de pensar en medusas, dioses, inconscientes ni capitalismos. Sin más criterio que el levantamiento y la revolución de hombres y mujeres.
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