Feijóo aconseja a Casado

El desafuero lenguaraz y torpemente expansivo desacredita a quien lo usa. El aspirante a gobernar este país no puede decir impunemente que el Gobierno de Baleares protege o auspicia la corrupción de menores. Ni que en Cataluña, los enseñantes no permiten ir al baño a los niños que hablan castellano. O que Calviño es «la peor economista del mundo» y una corrupta defraudadora fiscal. La lista es mucho más larga pero uno siente vergüenza ajena al exhibirla.

Feijóo, quien ha declinado varias veces aceptar la dirección del Partido Popular en el Estado pero que finalmente quizá no tenga mas remedio que acudir al llamado de sus conmilitones, dijo públicamente el viernes en un acto en La Coruña que el papel del jefe de la oposición es «llevar la responsabilidad, la serenidad y le sosiego» a la política española. Casado no se dio por aludido sino al contrario: «Vamos bie», dijo, al tiempo que aseguró que el PP no tiene que callarse ante nada.

Un ilustre periodista catalán, al comentar la escena, dijo este sábado que el último discurso en que Casado pareció un estadista fue el pronunciado con ocasión de la moción de censura de Vox contra Sánchez; en él, marcó distancias con la extrema derecha. Desde entonces, esta línea divisoria se ha borrado, y Casado, gritón y malencarado, ya parece uno más de esos políticos que utilizan los extremistas para mostrar el desdén, la intolerancia y la ira.