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Un hombre camina por una calle vacía en Marsella, Francia. Guillaume Horcajuelo-Efe
Fatiga pandémica

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El avisador ·

«¿Qué podemos decir de España a la hora de interpretar ese catálogo infinito de cierres, clausuras, suspensiones, ceses, restricciones, perímetros, reducciones, límites, obstáculos, salvedades, cortapisas… impuestos a nuestras vidas?»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 31 de octubre 2020, 08:28

No podemos comprenderlo. Porque si lo comprendiésemos «significaría que lo podemos hacer», ha dicho el padre Parmentier, sacerdote de Notre-Dame de Niza, a propósito del asesinato de su sacristán, Vincent Loquès, a manos del islamista Brahim Aoussaoui. Y ha añadido: «Si usted lo comprendiese, ... me inquietaría». Los franceses resisten. Obedecen (cada vez menos). Pero no comprenden. Ni a los islamistas ni a su presidente. Ahora que Macron ha decretado el cierre total se preguntan para qué ha servido entonces el toque de queda, como no haya sido para terminar de dar la puntilla a una economía que ya estaba en cuidados intensivos.

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