Es un ministro incómodo, mal encorsetado. Le dieron la cartera de Consumo como podrían haberle dado cualquiera de las que se quedan para cubrir cuotas. El sudoku de género, territorios y facciones. Desfiló de puntillas ante el Ciudadano Borbón para prometer el cargo y ... a partir de ahí inició su extraña andadura. Embarrada por lo que dice. Según él, lo que dice es impecable, como lo último que ha declarado a The Guardian. Mala carne la española. O mejorable, dice que dijo. Impecable.

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Si no ha gustado a la derecha es porque lo que dijo lo han convertido en bulo. Curiosa excusa, y curiosa estrategia la de este Ciudadano Ministro que en vez de poner su empeño en mejorar la situación de las granjas aventa sus debilidades y les echa un maleficio exportador. Ya predicó contra el consumo de carne y tuvo que salir Pedro Sánchez a decirnos que a él, donde le «pongan un buen chuletón al punto…, eso es imbatible». Igual de imbatible que este ministro que antes de Navidad la emprendió contra los jugueteros sexistas y llamó a los niños, a los padres y a los educadores (y a las niñas, y a las madres y a las educadoras) a una huelga masiva contra los juguetes que tienen un sesgo discriminatorio. Más o menos como los viejos curas llamaban a proscribir los instrumentos satánicos de distracción y todos aquellos juegos o frivolidades que nos apartaban del camino recto.

La oposición pide responsabilidades, la dimisión. Vox, naturalmente, usa el combustible que le da el Ciudadano Garzón para echar leña a su pira y nos dice que esta es una muestra más de que el Gobierno odia a España. Al dislate ministerial se le responde con uno mayor. Órdago. Y sigue la fiesta. Y sigue el sector socialista profundamente dividido ante tanto desbarre y desajuste del extraño ministro, del Ciudadano que, según la portavoz del Gobierno, ha dicho lo que ha dicho a título personal. Y nos lo ha dicho Isabel Rodríguez, la portavoz, con una sonrisa. Quizás aguantando la risa por lo chistoso de la situación.

La del ministro anticárnico y la suya propia, haciéndonos creer que al Ciudadano Garzón lo entrevistan en el periódico británico por el interés que pueda tener él personalmente y no como ministro. Una burla, un chiste, claro. Un chiste que a los productores de carne no les hace demasiada gracia. Prefieren a Chiquito, prefieren a Eugenio muerto, prefieren el absurdo de Gila. Pero esto es lo que hay. Luis Planas, ministro lleno de sensatez, tendrá que lidiar con el asunto. Tratar de zurcir el roto para que Pedro Sánchez no tenga que volver a salir a contarnos que donde se ponga un Garzón en su punto… eso es imbatible.

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