Me gusta que mi ciudad sea solidaria con los más necesitados, vengan de Ucrania o duerman en un tabuco de la acera que está frente al colegio de la Salle; y lo digo en serio. Es vergonzoso que un país que dilapida fondos en chorradas ... acepte sin rechistar realidades como estas o no se encorajine con las colas del hambre, que son tan ciertas como la vida misma. Por ello aplaudo cualquier iniciativa que proceda de las administraciones públicas (que quizá podrían aportar todavía más al trabajo de campo que realizan las ONGs), y sería un desalmado si pusiera objeciones a este Centro de Atención Humanitaria que empezará a funcionar en 2025.

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Es evidente, por otro lado, que la ola fraterna que nos invade guarda relación directa con el drama de Ucrania, que ha obligado a escapar con lo puesto a casi un millón de personas. Esperemos, no obstante, que cuando se inaugure este edificio de acogida haya terminado el calvario que están sufriendo los ciudadanos de ese país y, de paso, el dolor que nos provoca a los que seguimos la guerra por la tele desde el sofá de casa.

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