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Marruecos ha iniciado su temporada turística con unos paquetes de 'todo incluido' peligrosísimos, fundamentalmente, para los adolescentes que cruzan a nado, y después para nosotros. Hasta Sánchez ha tenido que renunciar a una de sus frecuentes excursiones internacionales y quedarse aquí antes de que le ... sigan creciendo los bonsáis enanos que dejó Felipe González en La Moncloa. Al ver las noticias, he pensado en ese momento en que te miras al espejo y asistida por la lucidez descubres que el tiempo te ha convertido en otra y necesitas reactualizar tu imagen y tus necesidades.
Una actitud, cuando menos, cuestionable y desde luego espinosa se levanta en torno a esos conceptos fronterizos o territoriales con los que hasta ahora nadie ha acertado a manejarse bien, y para muestra, los actuales virus. Las crisis migratorias no son olas, invasiones, ataques irregulares o ilegales o marchas verdes o negras y, por lo tanto, tampoco pueden, ni didácticamente, ni estratégicamente, tratarse como tales. Yo no sé cuándo nos miraremos al espejo y aceptaremos que somos otros, que en el Pacífico hay islas que no son paradisíacas sino de basura, y que sin aire acondicionado no hay quien pegue ojo en Sevilla a partir de junio. Somos otros, este mundo ya no baila el vals, ni adora las tartas de merengue porque llevan mucho azúcar.
Internet levanta deseos que, virtuales o físicos, dibujan destinos en los seres humanos y los vientos del desierto del Sahara no dejan de susurrar las hazañas y las vergüenzas que ha dejado la historia sobre sus arenas. Somos otros y las miradas apocalípticas, describiendo lo que está pasando en Ceuta, confunden y deshumanizan el gran problema de los países que conviven con una ventana por medio en la que no puede ocultarse la diferencia. La fórmula que han adoptado los países ricos ha sido la de externalizar servicios. Ya lo hicieron las multinacionales, los gobiernos y los ayuntamientos. Turquía se lleva una pasta por contener a los refugiados que vienen de Siria, o de otras zonas de conflicto. España ha pagado una flota de vehículos policiales a Marruecos para que la policía del país vecino haga la ronda fronteriza por la valla y la vigile para que no suceda lo que está sucediendo.
El monte Gurugú sigue siendo una jungla de sueños y el océano, un espejismo. Europa debe establecer una política consciente y consistente con la emigración. Ellos tienen la obligación moral de nadar y nosotros, de ofrecer alternativas, de dictar leyes, de regular y de no ir por la vida dando limosna a los pobres para que no vengan a pedir a nuestro portal.
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