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Comprendo perfectamente a quienes huyen de la pandemia cambiando de ciudad, y a los que se oponen a estas migraciones interiores.El hecho de que algunos madrileños escapen de la quema es tan humano como el de los paisanos que exigen cerrar a cal y ... canto sus pueblos y capitales para evitar cualquier posible contagio. Pero ambas cosas solo pueden lograrse con medidas de confinamiento idénticas a aquellas que las autoridades impusieron en marzo a todos los españoles a la vez, lo que imposibilitaba moverse más allá de la farmacia o el súper de la esquina. Por muchas vueltas que lo demos, el mal que afecta a los que residen en la capital de España es el mismo que puede ensañarse con los vecinos de cualquier otro rincón.

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La Historia está plagada de grandes éxodos huyendo de esas pestes que han asolado el mundo desde siempre, y los castigos por hacer tal cosa podían llegar a la pena de muerte, sin que una advertencia tan potente sirviera para frenar la emigración descontrolada. Si el coronavirus puede llegarnos por apretar el botón del ascensor, bajar la tapa del retrete, abrir el buzón, tocar un grifo o nuestra propia cara sin habernos dado gel hidroalcohólico, parece irracional pensar que seremos infectados por los que abandonen Madrid, que se supone que vienen sanos porque si están malos no necesitan moverse.

Lo único que se me ocurre es pedir a los que vengan que no nos toquen sin guantes.

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