La portavocía de un gobierno es a todas luces una tarea compleja. Hay cualidades imprescindibles que no deben descuidarse: la asertividad, el lenguaje claro y directo, y la compostura. Es elogiable de un portavoz su capacidad de constricción a la hora de afrontar una pregunta ... incómoda. Dar la cara por un gobierno, en este caso de coalición, y asumir la palabra como compartida, es toda una prueba de fuego y, aquí, Francisco Igea es hábil.
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En aras a la transparencia, el portavoz de la Junta asumió como propio el precepto y no pudo disimular el fastidio que le genera que los once procuradores de Ciudadanos sigan en el punto de mira del transfuguismo. «Voy a intentar decírselo con tranquilidad», exhaló en su comparecencia. Tres segundos después, tras mascullar el malestar, arrancaba con una vehemente defensa de sus once. Para Igea la honestidad ya está demostrada y lo hicieron con la moción de censura del PSOE. No teme, por tanto, un efecto Montero y no ve en la bancada naranja una excusa para anticipar un escenario electoral.
El gobierno de dos sigue adelante y Ciudadanos se ocupa de ofrecer otra razón para continuar. Una futura Ley de Transparencia avanzada que vigilará de cerca a quien incumpla. Tampoco aquí valen las excusas, ya que el anteproyecto tendrá que recibir antes la bendición de un Parlamento con mayorías objetivamente inestables.
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