Un exceso llamarlo debate
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«El primer encuentro televisado de los cuatro candidatos a la Junta creó una procesión de soliloquios»No hubo debate. 'Stricto sensu', lo que se denomina debate no lo ha sido. Alfonso Fernández Mañueco (PP), Luis Tudanca (PSOE), Pablo Fernández (Podemos) y Francisco Igea (Ciudadanos) fueron convocados en la tarde-noche del martes 14 para debatir y debatir, lo que se ... dice debatir, no lo hicieron. Construyeron una procesión de soliloquios, salpimentados, ligerísimamente eso sí, de un tenue cuerpo a cuerpo que se acababa décimas de segundo después de iniciado, como si se dieran cuenta de que entraban en conversación con el adversario y, uf, ¡qué miedo! Pero si hay que llamarlo debate, por este cronista no será.
El primer encuentro (perdón, perdón, debate) entre los cuatro aspirantes a presidir la Junta se caracterizó por: Un ritmo lento, con un formato embutido y la falta de práctica de los protagonistas; demasiada suavidad en las formas para lo que nos tenían acostumbrados Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias; la falta de lenguaje gestual, y una escasísima discusión, a la que evidentemente no ayudaba el formato pactado por los partidos. Cabría pensar, por tanto, que pudo ser un tostón. Pero no. Pese a todas esas faltas, salieron a la luz detalles que, de otra forma, no habría sido posible apreciar.
Mañueco, diana de los otros tres candidatos (¡Caña a Mañueco!, parecía el eslogan de Tudanca, Fernández e Igea) salió vivo del encuentro (perdón, perdón, debate). No estuvo a la defensiva y supo zafarse de los ataques por la herencia de 32 años de gobiernos populares en la Junta y de los casos de corrupción. Afirmó que recibió la herencia de la honestidad de sus padres y que espera traspasársela a sus hijas, porque pasea con la cabeza bien alta (sic) por Salamanca. Mañueco había ensayado más que los otros tres; más y más a fondo.
Luis Tudanca se cree ya ganador de las elecciones. Como el PSOE venció en Castilla y León el 28 de abril, pues, hala, como que no hiciera falta el 26-M. Y la batalla no ha hecho más que empezar. Criticó y propuso, pero a él también le pesa la herencia de gobiernos socialistas en España, especialmente el último de Zapatero, que dio paso a la crisis. Y, claro, esas cosas restan. Además, cuando Igea aseveró que va a ganar Ciudadanos y que a ver quién pacta con él, la reacción del candidato socialista decepcionó: Cambió de tema. Necesita ensayar más. Más y más a fondo.
Pablo Fernández se ha vuelto moderado y, claro, el ímpetu al que tiene acostumbrado a la parroquia lo dejó en casa para este primer encuentro (perdón, perdón, debate) y sin desmelenarse, pierde mucho. Y no será por no preparar las cosas, que lo hace a conciencia. Pero no encontró su espacio natural.
Y el candidato de Ciudadanos, Francisco Igea, anduvo fino para ganar protagonismo y aunque se reivindicó como alternativa (esto es campaña electoral) pinchó en el minuto de oro: su sólido mensaje perdió brillo por estar la mitad leído. Lo mismo, clavando los ojos en la cámara, habría sido imbatible.
Habrá que esperar a ver si el día 21 hay debate, porque en este primer encuentro, debate, 'stricto sensu', no hubo.
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