![Europa, nuestro futuro](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201911/30/media/cortadas/viana-ksmG-U90834637795x5B-624x385@El%20Norte.jpg)
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Como ya han hecho notar algunos comentaristas, fue bastante llamativo que en los debates televisivos realizados en las últimas elecciones se hablara más bien poco de ciertos temas nada irrelevantes: cultura, ciencia, Europa... Todos ellos asuntos que, a manera de eje invisible en torno al ... cual girarían recurrentemente otras muchas discusiones, han venido a articular el curso sobre 'La cultura constitucional de Europa' que acaba de celebrarse en la Universidad de Valladolid. Dirigido por Francisco Javier Matia y con la participación –entre otros– de juristas que han ocupado puestos relevantes en las instituciones de la Unión, como Álvaro Gil Robles o Enrique Barón, en él se ha hablado de Derecho, pero no solo, pues este siempre remite a realidades sociales y culturales –en la misma medida que contribuye a conformarlas–. Y, en el caso de la UE, puede decirse que, en no pocas ocasiones y circunstancias, las legislaciones han ido por delante de lo demás en el proceso de integración y cohesión de los países que han ido incorporándose a este proyecto de construir una Europa cada vez más próspera.
Un proyecto que –a menudo– es definido como 'de éxito', en razón de los logros económicos y alto nivel de vida que habría traído para la mayoría de las naciones que se sumaban al mismo, pero cuyos efectos menos amables también se dejaron sentir cuando, en los bordes más vulnerables de la zona euro, naciones enteras tuvieron que ser urgentemente reconvenidas por su derroche y, a la postre, rescatadas desde sus sistemas financieros. Era la necesidad de responder a la crisis económica de hace ahora 10 años que se había iniciado en EE UU, aunque merced a la globalización de la economía, se extendiera con gran rapidez –y terribles consecuencias, que aún sufrimos– en nuestro entorno. Tal derrumbe puso de manifiesto entre nosotros problemas y carencias diferentes a los que reveló la crisis de las hipotecas 'subprime' e importantes compañías inversoras en América. En Europa, lo que se echó en falta fue una solidaridad real entre países ricos y no tan ricos, entre los fundadores y los que llegaron luego, entre el Norte y el Sur, el Oeste y el Este. Ya que sin ilusión y certidumbre en el mañana resulta difícil edificar un modelo en común a partir de nacionalidades distintas. Entre otras cosas, porque habría que reconocerse –también– en un pasado y sobre esto se ha profundizado demasiado poco; es más, se ha actuado como si la mirada hacia dentro de las realidades e historia de Europa nada más fuera a devolvernos errores y, más allá de los ecos devastadores de la última guerra, los europeos no pudiéramos encontrar mucho que compartir. Por ello se sigue observando a las culturas en sus aspectos locales y regionales a modo de espejos problemáticos que nos separan. Parece que da miedo, así, referirse a una identidad europea y buscar en ella lo que nos una en vez de enfrentarnos. Y, sin embargo, Europa es más necesaria que nunca en el concierto mundial: por sus valores, su historia y sus legados. Lo que ha aportado y ha de seguir aportando no es solo un ejemplo cada vez más envidiado de bienestar: es el Estado de derecho, la democracia, un relato de humanidad en progreso.
Muy lamentable se nos presenta, pues, el aparente desinterés o falta de miras de nuestros líderes políticos al no tratar cuestiones esenciales en la configuración del futuro como las señaladas al principio de este texto y que se hallan estrechamente ligadas entre sí. No puede existir proyecto europeo sin la consciencia de una cultura europea; ni se construirá el único porvenir de auténtico desarrollo al que nuestro continente podría aspirar sin que Europa continúe siendo el pensamiento reflexivo del mundo, sin que dedique sus mayores esfuerzos a los avances científicos que –de verdad– hagan mejor la vida en el planeta. Y no habrá, por último, futuro sostenible y de mejora para países como el nuestro sin Europa. De ahí que cause tristeza el hecho de que en nuestra sociedad se sepa tan poco de las instituciones o legislación europeas y, con frecuencia, se perciba lo que atañe a ellas como si constituyera una realidad ajena a nosotros. Todo esfuerzo para subsanar semejante déficit resultará escaso, de forma que debemos sentirnos obligados a hacer lo que esté en nuestra mano para remediarlo.
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