Es obvio que Biden nos ha desconcertado a todos en materia de política exterior. En realidad, lejos de interrumpir la deriva de Trump para continuar la labor iniciada por Obama, está siguiendo milimétricamente los pasos de su inmediato predecesor. La salida humillante y precipitada de ... Afganistán es la medida más aparatosa, que está lesionando la imagen norteamericana en el mundo por los abusos que comienzan a conocerse (los cuatro ahorcados de la plaza pública de Herat, arrastrados por las calles por las muchedumbres, pueden simbolizar lo que supondrá el régimen de los talibanes para infortunados afganos que habían comenzado a mirar a Occidente y para las desgraciadas afganas, que han perdido toda su autonomía.
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Pero no terminan aquí los rasgos asombrosos de la política del demócrata Biden. Fareed Zakaria, comentarista de política exterior de la CNN, ha escrito un ya muy difundido artículo en el 'Washington Post' en el que resume la sorpresa del progresismo internacional ante las políticas de Washington: a la salida de Afganistán, que supone el sacrificio moral de unos 34 millones de personas, hay que anotar el endurecimiento de la política hacia China, que indirectamente destruye (o devalúa completamente) la Alianza Atlántica al crearse el Aukus y va en dirección contraria del desarme nuclear global, ya que el viraje incluye la transferencia de tecnología nuclear a Australia que a su vez provocará el rearme de China, menos avanzada en la guerra nuclear submarina.
Con respecto a Europa, Zakaria anota una confidencia de un diplomático alemán que afirma que las consultas de Washigton a Berlín son mucho menos frecuentes con Biden que con Trump. Pero, además, hay otras decisiones inquietantes: el nuevo presidente no ha tenido gesto alguno con Cuba, ni siquiera para reponer las leves aperturas de Obama, derruidas por Trump. Ni ha movido un dedo para recuperar el pacto con Irán, roto unilateralmente por el anterior presidente republicano, una medida que Biden calificó en campaña de «error garrafal».
Zakaria destaca además la regresión en política comercial: «En todas las cuestiones, desde las vacunas [anticovid] hasta las restricciones de los viajes, los tratos con Washington muestran que la política de Biden sigue la lógica de America First, cualquiera que sea la retórica. Un político canadiense ha dicho que, si se aplican, los planes de Biden de Buy American [compra productos estadounidenses] son de hecho más proteccionistas que los de Trump. A pesar de haber criticado repetidamente los aranceles aduaneros de Trump, Biden los ha mantenido casi todos. De hecho, muchos se han ampliado, pues se han dejado expirar la mayoría de las exenciones que se aplicaban. Importantes aliados asiáticos siguen presionando a Biden para que vuelva a la Asociación Transpacífica, que el presidente actual había alabado mucho cuando lo negociaba el gobierno de Obama. Pero en vez de ello, el acuerdo está guardado en un cajón».
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Los observadores empiezan, en fin, a señalar que las medidas 'egoístas' adoptadas son burdamente introspectivas, antagónicas a cualquier idea de liderazgo global. Todas las medidas reaccionarias adoptadas, por acción o por omisión, no dañan a los americanos pero sí, y muy gravemente, a las poblaciones concernidas. Existe una ética objetiva, plasmada en los códigos de la Naciones Unidas, que Washington está incumpliendo. Los países ricos y poderosos no pueden permanecer pasivos ante genocidios blandos como el que el régimen talibán va a cometer contra su propio pueblo. Y no es decente que la gran potencia, sin que medie provocación, suscite un rearme nuclear para aislar a China, país al que habría que conducir hacia la apertura y no hacia el conflicto.
Este unilateralismo salvaje ha hecho que Biden no sea de fiar en Europa, y esa expresión empieza a circular por las cancillerías del Viejo Continente. En otras palabras, Europa occidental está sola frente a las veleidades de Rusia, un país todavía potente que está sentado en las arenas movedizas de la arbitrariedad. Es claro que esta evidencia debería condicionar, de forma clara y rotunda, una respuesta europea a la nueva situación. La UE de la Defensa ha dejado de ser opcional.
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