No parece tener mucho sentido que se mantenga el actual sistema de tarificación de la electricidad, marginalista, que produce los famosos beneficios caídos del cielo a determinadas formas de generación y que, vinculado a unos precios exorbitantes de los derechos de emisión, ha creado ... un problema serio en prácticamente todos los países de Europa. Con la particularidad de que tanto el sistema de precios como el coste de los referidos derechos provienen de regulaciones de la Unión Europea.
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El pago de derechos de emisión, que pretende obligar a las industrias contaminantes a reestructurarse para reducir la contaminación que provocan, es una prueba de civilización ya que va en la dirección del Acuerdo de París. Pero Europa representa el 8% mundial de los gases contaminantes, por lo que quizá no haya que hacer de momento tanto sacrificio para tan parco logro.
En definitiva, como ha dicho atinadamente Borrell, el problema que sufren los países europeos más dependientes del gas para la producción de electricidad debe plantearse en el foro europeo. Urge modificar el sistema de tarificación y revisar, siquiera provisionalmente, la cuantía de los derechos de emisión. Mantener las cosas como están, forzando a los países a sacrificios de todo tipo (incluso a una caída insoportable de al recaudación fiscal) no tiene mucho sentido en las actuales circunstancias.
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