El exministro Mayor Oreja fue uno de los opinantes que este miércoles, en la conmemoración mediática del décimo aniversario del abandono de las armas por ETA, intervino para dar su opinión a una de las grandes cadenas. Y volvió a decir que hoy ETA no ... solo sigue presente en España sino que sus tesis han triunfado y que de hecho está cogobernando en España.

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Esta disparatada afirmación consuena perfectamente con la acusación de Casado a Sánchez de 'blanquear' a Bildu, es decir, al brazo político de los asesinos, al permitirle participar en decisiones de gobierno. Y con ese escepticismo habitual acerca del éxito objetivo de la gestión de Zapatero-Rubalcaba cuando consiguieron el definitivo alto el fuego, de cuyos prolegómenos fueron dando lealmente cuenta a Rajoy, como este ha reconocido más de una vez.

Toda esta ficción rencorosa de Mayor Oreja y quienes le secundan se basaría en que, según ellos, ETA ha tenido la suma inteligencia de cambiar de estrategia, y, una vez agotada la 'vía militar', estarían tratando de reemplazar al PNV del espacio nacionalista, con lo cual, al adueñarse de él, habrían conseguido definitivamente la victoria.

El sofisma es claro porque adapta la realidad a una desconfianza cuyo fundamento no se puede demostrar. Lo que piensen los asesinos de ETA en su fuero interno no es accesible ni cabe por tanto esgrimir esta hipótesis en el debate político. No se puede decir que es un fracaso la reinserción de ETA porque los miembros de la banda armada «no se han arrepentido». Nadie sabe si lo han hecho o no, ni si la tesis vale para todos o solo en algunos casos. Lo que podemos /tenemos que manejar en el debate político son los hechos y el devenir de la opinión pública. Y en este momento, Euskadi está avanzando -y con Euskadi, el resto del Estado- en un camino de distensión en que la memoria de lo sucedido, que guarda escenas terribles, se está conciliando con una distensión del ánimo y una mitigación de dolor que quedan perfectamente descritos en esta maravilla literaria que es 'Patria' de Aramburu.

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Poco a poco, en fin, la violencia pierde prestigio en Euskadi, el horror por aquel derroche de inhumanidad se digiere y solo queda de él la fuerza de la memoria que es la que lanza el grito de «nunca más». Las víctimas se sienten cada vez más comprendidas y arropadas y los activistas de la sangre y el fuego rebajan su ardor y comienzan a experimentar un atisbo de vergüenza que los mueve a acercarse a la mayoría social. En este sentido, las palabras «oficiales» de Otegi en vísperas de la conmemoración de ayer son relevantes, aunque falte todavía la petición expresa de perdón. Y aunque el personaje portavoz le parezca un cínico a gran parte de su audiencia, empezando por el abajo firmante.

En cuanto a Bildu, su presencia en las instituciones ha sido consecuencia de decisiones judiciales inequívocas, que han tenido en cuenta sus estatutos, en los que se condena expresamente la violencia de ETA y se apuesta por la vía pacífica y democrática de participación en lo público. Es obvio que la presencia de Bildu no es del todo grata para los demócratas que hemos sufrido los zarpazos de ETA, pero no deberíamos olvidar que toda nuestra lucha contra el terrorismo ha perseguido precisamente esto: que el independentismo defendiera su proyecto político separatista por las vías que generosamente le ofrecía la Constitución española.

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Pues bien: si así se ve y así se entiende, la presencia de Bildu en el Parlamento español no es una afrenta al resto de la cámara sino un triunfo claro de la democracia que nos hemos dado. Bildu ha aceptado las reglas de juego, actúa institucionalmente cuando los Tribunales han creído que cumplía las reglas, y no realiza propuestas fuera de consenso constitucional. No es un agradable compañero de viaje pero es un actor legítimo. Y quien piense otra cosa, mire por ejemplo cómo se gobierna el Ulster actualmente.

Desengañémonos: ETA ya no está. Tan solo perdura, y ha de seguir perdurando, en la memoria. Por ello, cuanto no sea mirar hacia el futuro es echar arena en los engranajes de la democracia.

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