Hay que ser muy ingenuo para pensar que los que mandan en algunas instituciones regionales piensan siempre en el ciudadano; es más: estoy convencido de que cuando lo hacen acaban perjudicándonos a todos. Por eso no me extraña lo bien que le va a la ... sanidad privada y lo mal que pinta el futuro de la pública.

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Aunque el vaciado de contenido de esta última empezó a producirse años atrás, la pandemia está dejándola en los huesos, a pesar de los grandes especialistas que trabajan en ella. Interminables listas de espera, falta de medios, profesionales hartos del desinterés de los gestores y del cabreo de los usuarios, dejan al sector público tiritando mientras se llenan las arcas del privado.

El vertiginoso crecimiento de este último no es porque tenga mejores profesionales, ya que quienes engordan sus beneficios suelen ser usuarios que no pueden esperar meses a que se ocupe de ellos el galeno que les toca en la Seguridad Social.

Hoy es tan desesperante conseguir cita con un especialista de la red oficial como fácil lograrlo en cualquier clínica particular. Si fuera accionista de una de estas premiaría por su éxito a los que han vaciado de contenido nuestra envidiable sanidad porque ellos, los políticos, siempre conseguirán atención rápida y cama libre en cualquiera de esos hospitales que hemos abonado a escote. Lo más doloroso es sospechar que los responsables del estropicio nunca lo pagarán.

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