Las cuentas salían de ojo. La mejor manera de ayudar a las mujeres españolas podría ser destinar los 20.000 millones del presupuesto del Ministerio de Igualdad a «afrontar la cesta de la compra o los gastos de energía». Toma ya. Ayuso lanzó el misil ... y no se preocupó de más. Luego escuchó, como un rumor lejano, la explosión de la protesta: que no eran 20.000, sino 2.000 los millones de euros que en verdad manejaba Irene Montero. Bueno, tampoco son poca cosa 2.000 millones de euros. A Putin le ha costado sudor y lágrimas poder pagar en dólares los 117 millones de la deuda rusa, pero nosotros tenemos dinero para eso y para más. Las palabras caen como misiles: producen daños colaterales y víctimas, pero logran el efecto deseado. De momento la otra lideresa, la de la izquierda, Yolanda Díaz, ya no sabe cómo posicionarse.
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Aunque la pre primavera trae polvo del Sáhara en lugar de nieve, la sensación en España es de frío. Y de hambre. Frío a la hora de pensar en poner la calefacción. Y hambre de aceite de girasol, entre la paranoia y el estraperlo, en los supermercados. También de pescado fresco. Mientras la ultraderecha en tráiler, como dice el Gobierno, se manifiesta por las carreteras de España, los pescadores no tienen dinero para salir a faenar, al precio que está el combustible. El de la energía es un fantasma viejo con sábanas nuevas. Tiene menos que ver con la guerra y más con un sistema especulativo hasta la náusea. Los 16.000 millones que ha puesto Draghi sobre la mesa para paliar los abusos energéticos no son los 20.000 de Irene Montero, pero ayudarán a los italianos. Algo más retrasado, Sánchez gira por Europa recabando ayudas para cambiar el sistema y, de paso, ofreciéndose para relevar a Alemania en el envío de armas a Ucrania. Dicen (los alemanes), que ya no les quedan más. Entonces, si los misiles terminan por pasar al otro lado de la raya de Polonia, ¿con qué van a pelear, con tenedores? Pobre Europa.
Seguro que Isabel Díaz Ayuso se ha preguntado (y se ha respondido) qué pasaría si en lugar de en Odesa o en Leópolis, las primeras bombas de los rusos cayeran sobre Orense o sobre León. Si las mujeres españolas exigirían cuota en el ejército para quedarse a combatir por su país y permitirían que sus maridos, en el ejercicio de la paternidad responsable, huyeran con los hijos aprovechando corredores humanitarios. Ciencia ficción. Las guerras siempre nos devuelven a tiempos impensables. Por no decir innombrables. Acaso por eso, además de ser líderes en progresismo lo somos en fabricación de armas, mal que le pese a Ione Belarra.
Pero no hay que temer. Mientras Biden y Xi Kinping juegan con el botón de la tercera guerra mundial, los Rolling han elegido Madrid para arrancar su Sixty Stones Tour, que les devuelve a los escenarios. Una gira sin filtros, con la verdad musical por delante, justo en el momento en el que acaban de denunciar a Donald Trump por el uso ilegal de su canción 'You can't always get what you want' en algunos de sus mítines. No siempre puedes conseguir lo que quieres: deberían dejarle, porque la verdad es que el título le viene al pelo. Con perdón. Y además de a Madrid, los Rolling irán a Liverpool, Amsterdam, Berna, Milán, Estocolmo… Por toda Europa. Y Mick Jagger cumplirá 79 años cantando en Alemania. Los mismos 79 que recuerdan en aquella tierra, tan dependiente del gas de Putin, que en julio de 1943 se produjeron los primeros bombardeos de la RAF sobre la población civil de Hamburgo, en la conocida como operación Gomorra. Los Rolling, también con sus bajas, en la memoria de Charlie Watts. Pero con su propia geoestrategia. Y que salga el sol por Antequera.
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