Estamos tan ocupados con el volcán de La Palma que la vacunación contra la covid nos parece una tontería sin importancia: es la consecuencia de transmitir en directo cualquier suceso extraordinario durante veinticuatro horas al día.
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Probablemente muchos ya olvidaron aquellos grandes centros dedicados ... a inocular al personal que han salvado miles de vidas y conseguido que dejemos de hablar de la pandemia, y por ello agradecí que la universidad vallisoletana dedicara la jornada de este martes a pinchar a los alumnos, profesores y personal auxiliar que a estas alturas seguían sin estocada. Ignoro si entre los rezagados quedaba algún negacionista, aunque en caso afirmativo espero que haya aprovechado la ocasión para arrepentirse y, sobre todo, para no darnos la chapa con sus teorías o contagiar a alguien.
Si no fuera porque determinadas negaciones pueden ser peligrosas para los demás, me reiría de los que aseguran que la vacuna lleva un chip de control que nadie sabe para qué sirve, que el calentamiento global es una farsa o esos personajillos más o menos famosos que predican que la tierra es plana.
No sé si alguna de las dosis vacunales que me han metido en el brazo llevaba un circuito integrado que informa al Gran Hermano de mis movimientos, pero los que defienden que el mundo es liso lo dicen porque no se han fijado en el Cerro de San Cristóbal o ido a Madrid por el Puerto de Navacerrada.
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