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La futura presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, desconocida por la opinión pública europea, ha empezado con mal pie su mandato gracias a una frase, la «protección del estilo de vida europeo», con la que apellidó la vicepresidencia encargada de migración, ... seguridad, educación y juventud. Varios comisarios socialistas han pedido cambiar el nombre, pero el vicepresidente de la Comisión que deberá cargar con esta etiqueta, Margaritis Schinas, lo ha dejado a criterio de la presidenta. Haciendo abstracción de la circunstancia y de la coyuntura, cualquier europeo medianamente culto sabe que «la protección del estilo de vida europeo» es precisamente lo que la extrema derecha europea pretende. De hecho –no es una brutalidad mencionarlo–, la difusión del «estilo de vida europeo», incluida la preservación de la raza aria, es lo que pretendió Hitler mediante la conquista de espacio vital y la eliminación física de las minorías.
Von der Leyen, que ha llegado a escribir un artículo para defender su posición, ha afirmado que no podemos permitir que la extrema derecha secuestre nuestras palabras y ha manifestado que ese 'estilo' no es más que el cumplimiento del artículo 2 el Tratado de la Unión Europea que dice así: «La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías...».
Evidentemente, esta no es la cuestión: lo inapropiado es caracterizar a los europeos por su estilo de vida y no por su comportamiento objetivo. Ser europeo no significa en absoluto vincularse a la cultura judeocristiana, participar de unos usos y costumbres estéticos y hasta gastronómicos, alzar muros en las fronteras para evitar la penetración de otros 'estilos' que generen inconvenientes mestizajes. Ser miembro de la Unión Europea es, ante todo, estar vinculado a los Tratados de la Unión, respetar las leyes; disfrutar de las libertades civiles y políticas; ser partícipes de una concepción federalizante de nuestras instituciones.
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