Joe Biden, nuevo presidente de los Estados Unidos. Doug Mills-POOL-EFE

¿Qué espera América Latina de Biden?

La llegada de un presidente demócrata implicará una apuesta renovada por los valores: democracia, derechos humanos y cambio climático volverán a sonar

carlos malamud

Viernes, 29 de enero 2021, 07:54

Tras reescribir el viejo refrán «no hay Trump que dure cien años», América Latina debe afrontar los desafíos que implica la presencia de un nuevo presidente de Estados Unidos. Si bien algunos relevos del pasado pudieron marcar el comienzo o el final de potentes confrontaciones, ... en esta ocasión el contexto es muy diferente. Y lo es básicamente por tres razones.

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En primer lugar, porque el estilo impuesto por Trump a la relación va a cambiar radicalmente en el tono y en la forma, aunque no en el fondo. Fue el único presidente de su país que no acudió a una Cumbre de las Américas. Lo segundo es la covid-19, presente en cualquier aspecto de la vida cotidiana en todo el planeta. El continente americano es hoy el mayor foco mundial. Finalmente, la presencia china está cada vez más extendida y es cada vez más agresiva.

Este año, EEUU debe organizar la IX Cumbre de las Américas. Más allá de las dudas sobre su fecha concreta y la modalidad que adopte –virtual, presencial o híbrida–, la oportunidad servirá para tomar la temperatura a la relación hemisférica y para ver cuáles son las prioridades regionales de Joe Biden.

La agenda latinoamericana de Trump era bastante reducida, con escasos temas relevantes: México y el muro; Cuba y Venezuela, a las que se solía unir Nicaragua para conformar la «troika de la tiranía» y, finalmente, el narcotráfico. Poco más. Con ciertos Gobiernos, como los del colombiano Iván Duque o el brasileño Jair Bolsonaro, había mayor sintonía. No en vano Bolsonaro es llamado el «Trump tropical». Pero la obsesión trumpiana por el «America first» lo llevó a desatender a sus vecinos australes.

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La negociación de un nuevo tratado de libre comercio con México y Canadá mostró que Trump prefería las relaciones bilaterales a la multilateralidad. Eso lo llevó, entre otras cuestiones, a desentenderse de la OEA, aunque no dejó pasar la oportunidad de colocar a uno de sus hombres al frente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), transgrediendo la regla no escrita de la organización que señala que la presidencia debe estar en manos latinoamericanas, lo que hoy no sucede.

Cuando fue vicepresidente de Barack Obama, Biden viajó 16 veces a América Latina. Dadas las circunstancias en que llegó al poder no podrá dedicarle a la región la misma atención que entonces, al menos en los dos primeros años. Los dos grandes desafíos que le insumirán la mayor parte de su tiempo e incontables recursos son la lucha contra la pandemia, en el frente sanitario y en el económico, y la necesidad urgente de rebajar la polarización y la crispación en un país que se codea con la violencia.

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Pero hay temas que exigirán atención inmediata. Para ello colocó al frente de los Asuntos Hemisféricos en el Consejo de Seguridad Nacional a Juan Sebastián González, un gran conocedor del área que ya ocupó cargos de responsabilidad. Habrá que ver quien será su homólogo en el Departamento de Estado, pero es difícil que pasen largos meses con el puesto vacante, como ocurrió con Trump.

China utiliza la pandemia para aumentarsu influencia enla región

Uno de sus últimos actos como presidente fue volver a incluir a Cuba en la lista de organizaciones terroristas. Esta medida tiene un doble propósito. En primer lugar, garantizarse la fidelidad de los votantes cubanos y venezolanos, especialmente en Florida, y dificultar la reversión de las medidas de dureza aplicadas durante su gobierno contra el régimen cubano. Sin embargo, más allá del evidente cambio de tono en la relación tanto con La Habana como con Caracas, es difícil que el nuevo Gobierno modifique profundamente las políticas del predecesor, salvo que Díaz-Canel y Maduro se comprometan de un modo claro e inequívoco con la democratización.

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Finalmente está China. Xi-Jinping ha decidido utilizar la pandemia para incrementar su presencia e influencia en América Latina. La diplomacia de la mascarilla en los primeros momentos de la pandemia y ahora la de la vacuna son herramientas del régimen chino para lograr sus objetivos. Si bien es posible que disminuya el tono de dureza entre las dos grandes potencias, veremos intentos renovados de EE UU de mantener su poder regional. El problema es si dispondrá de los recursos necesarios para financiar sus políticas, mejorando la cooperación y la coordinación con los distintos Gobiernos latinoamericanos.

La llegada de un presidente demócrata implicará una apuesta renovada por los valores en desmedro de los intereses. Palabras como democracia, derechos humanos y cambio climático hasta ahora postergadas volverán a sonar. Más allá de una cierta proximidad política o ideológica, muchos gobiernos latinoamericanos preferían la mayor dureza de los republicanos que, paradójicamente, les permitía un mayor margen de acción. Habrá que ver cuánto se aprendió de la reciente experiencia y qué están dispuestos a sacrificar y qué no para mejorar su relación con el gran vecino del Norte.

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