![Escenas de Semana Santa](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202104/03/media/cortadas/GF50TKC1-kf6B-U13010215944749pG-1248x770@El%20Norte.jpg)
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La civilización cristiana celebra el Sábado Santo como el día del confinamiento de Jesús en el sepulcro. El silencio de la muerte en la espera incierta de la resurrección. Dan ganas de pensar que se trata de una metáfora de nuestros días, pero no. Lo ... único cierto es que, a falta de procesiones, el único objetivo de Semana Santa de millones de españoles este año ha sido única y exclusivamente tratar de divertirse lo más posible… sorteando los límites de la autoridad. Sanitaria, por supuesto. La pandemia, como tantas otras cosas, ha hecho añicos una celebración religiosa que en los últimos años había recuperado su lugar de honor entre las grandes fiestas de nuestro país.
La Semana Santa de 2021 ha traído imágenes insólitas. Viajeros extranjeros paseando por los enclaves turísticos principales, y colas kilométricas de viajeros nacionales sufriendo los controles en las fronteras de las comunidades autónomas. La Sierra de Guadarrama, medio vacía en su vertiente castellana y leonesa, y a reventar en su vertiente madrileña, como si formaran parte de parques nacionales diferentes. O, sin salir de Valladolid, las terrazas de barrio con la concurrencia departiendo alegremente sin mordaza entre caña y caña, y en las del centro, las patrullas policiales recordando por los altavoces la prohibición de quitarse la mascarilla si no es estrictamente en el momento de beber o de comer… Y alguno, que no termina de controlar el ritmo, optando por tomarse un vino con pajita sin quitarse el embozo, como hiciera Don Quijote por un caño cuando hubo de comer en la venta sin desprenderse de la celaba, auxiliado por dos mozas de esas «que llaman del partido». Y todo 'recebiéndolo en paciencia', como el ingenioso hidalgo. Y todo, también, sin terminar de explicarse por qué en esta tierra cuando más se estrecha el cíngulo de la obediencia, más vuelve a aumentar el virus de la rebeldía.
Del partido, aunque no en el sentido cervantino, son también decenas de altos cargos de Ciudadanos, que están pasando su propia no Semana Santa a su modo particular. Muy atentos y atentas a sus teléfonos móviles, por si les llamaran a la reunificación. Y del partido también, en este caso de Podemos, el nuevo secretario de Estado de la Agenda 2030. Ésa de los 17 objetivos de desarrollo sostenible, que algunos ya van diciendo que en nuestro país tiene un decimoctavo, relacionado con la monarquía española.
Y al fin lo de los pinchazos. Récord de vacunaciones en un día, pero la incógnita, aún sin resolver, de Astra Zeneka. La esperanza en la monodosis de Janssen ante la triste realidad: que Castilla y León, con su pírrico 8,6 por ciento, encabeza junto a Asturias el índice de vacunación del país… A este paso lo único seguro, a pesar del millón y pico de vacunas de Pfizer que dicen que llegan el lunes de aguas, es que tendremos que pasar un verano más pensando en elegir mascarilla que combine con el bañador. Mascarilla reglamentaria, con más tela en algunos casos de que la que lleve el bikini. Y con pajita, según el barrio donde esté situada la terraza. Ebrios de virtud o de poesía, como Baudelaire. Perplejos ante la mascarada.
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