Me alegra que el señor presidente del Gobierno haya decidido abaratar el precio de los tests de antígenos, que ya forman parte de nuestra vida cotidiana. Si mal no recuerdo, al principio estas pruebas solo se hacían en los centros de salud y en los ... laboratorios privados, situación que se mantuvo hasta que don Pedro Sánchez dijo que había llegado el momento de meternos nosotros solos el palito por la nariz y aprender a interpretar los resultados.

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Y fue justo en ese momento cuando empezamos (¡otra vez¡) a recorrer farmacias dispuestos a pagarlo a cualquier precio, lo que convirtió su adquisición en una epopeya parecida a la de conseguir en su momento gel hidroalcohólico y tapabocas.

Vaya por delante que aplaudo sin reservas la decisión gubernamental de intervenir el precio de esta prueba, aunque casi tres euros me sigue pareciendo caro para repetirlo un par de veces por semana y persona del núcleo familiar. La duda que tengo es si volverá a suceder lo mismo que con las mascarillas, cuya venta reguló el Gobierno por debajo de un euro y las FFP2 de farmacia hoy cuestan casi tres; y si quieres las tomas, y si no las dejas.

Y otra pregunta: ¿quiénes han ganado más pasta con la venta de productos farmacéuticos obligatorios o de primera necesidad: el fabricante, el distribuidor o el boticario? A lo mejor convendría saber quién nos ha estado aligerando el bolsillo y pedir responsabilidades…

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