La aplastante mayoría por la que Isabel Díaz Ayuso simultaneará la presidencia regional del PP y la Comunidad de Madrid escenificó ayer su rotunda victoria en el pulso con Pablo Casado que tuvo a los populares al borde del abismo hace poco más de dos ... meses y medio. El cierre de filas en torno a la baronesa en el congreso autonómico, que clausura hoy junto a Alberto Núñez Feijóo, refuerza con poder orgánico la influencia interna de una de las principales bazas electorales del partido.
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Pero sería un error confundir los entusiastas aplausos del cónclave con una plena cicatrización de las heridas dejadas por la reciente crisis. Como lo sería trasladar sin más las recetas liberales y el discurso aguerrido que han triunfado en un ecosistema singular como Madrid bajo la presunción de que necesariamente también lo harán en el resto de España.
La convivencia entre Ayuso y Feijóo se antoja un factor determinante en el futuro del PP. Abanderada de una batalla ideológica que su partido no siempre está dispuesto a librar, la baronesa se ha ganado un papel protagonista cuyos límites vienen fijados por sus propias responsabilidades y por las que corresponden a la dirección nacional.
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