Aerogeneradores detrás de una línea de alta tensión. El Norte

Energía: aciertos y errores políticos

«Como no es previsible que cambiemos de opinión en relación a la energía nuclear, nuestra solución, onerosa y lenta, pasa por conseguir mucha mayor generación de renovables»

Antonio Papell

Valladolid

Domingo, 5 de septiembre 2021, 08:58

La situación actual del abastecimiento de electricidad en España está inmersa, como es sabido, en las políticas comunitarias, a las que cada país de la Unión responde adoptando la regulación vigente según sus previsiones y posibilidades.

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Para entender lo que sucede (que no es ... fácil), resulta de utilidad establecer la comparación entre España, Alemania, Francia e Italia. Como es sabido, en España el megavatio hora ha superado los cien euros de media en agosto, en tanto Francia ha conseguido dejarlo en 75 euros y Alemania en 80. Uno de los elementos de la subida, que es común a todos los países de la UE, ha sido el alza de los derechos de emisión de CO2. El otro, ha sido la composición del mercado eléctrico, distinta en cada país.

Como se sabe, el mix de generación se forma mediante la suma de componentes, del más barato al más caro. En el primer escalón, están las energías nuclear e hidráulica disponibles; a continuación, las energías limpias, eólica y fotovoltaica, que dependen de las condiciones meteorológicas y de la hora del día; y por último, una fuente flexible de respaldo, elástica, que pueda variar constantemente la oferta para ajustarse a la demanda. Esta fuente de respaldo es en Francia la energía nuclear, dada la abundancia de centrales, que suministran el 80% de la demanda. En Alemania, está constituida por las centrales de carbón, que suministran el 25% de la demanda, y que siguen funcionando a pesar de las recomendaciones constantes de ir clausurando estas fuentes de CO2 que en España ya tienen una presencia residual. España utiliza como fuentes de generación de respaldo las centrales de ciclo combinado, que consumen gas natural, cuyo precio está por las nubes.

España ha cerrado paulatinamente las centrales de carbón, presionada por la Unión Europea y su legítima obsesión anticontaminante (que contrasta sin embargo con la actitud de Alemania). Parece, pues, que alguien nos ha tendido una trampa, porque ahora han de ser dichas centrales de ciclo combinado, obsoletas e infrautilizadas durante las dos últimas dos décadas, las que completan la oferta. y marcan el precio de la electricidad.

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Según datos de Red Eléctrica, el gas ha sido en España la segunda fuente de generación por peso en el sistema, con una cuota del 18%. En Francia, la dominante nuclear y el progresivo crecimiento de las renovables apenas han dejado a este hidrocarburo una cuota del 2%, mientras que en Alemania ha alcanzado el 9%, la mitad que en España. La situación es peor en Italia, la única gran potencia económica de la UE con el precio de la luz más caro que en nuestro país en agosto debido a su todavía mayor dependencia del gas que debe importar del exterior.

Si aquí no se hubiera hecho tanta demagogia con la energía nuclear -hay que decirlo-, lo que nos llevó a renunciar a dos centrales cuando estaban ya prácticamente construidas y a renunciar a cualquier nueva construcción, hoy podríamos dotarnos de una energía mucho más barata mientras se concluye el parque de energías limpias, renovables. Ello no significa que no haya que renunciar a largo plazo a la energía nuclear si no se resuelve el problema de los residuos (para entonces, ya existirá seguramente la energía nuclear limpia de fusión), pero la cadencia podía haber sido diferente, lo que nos hubiera permitido capear el temporal actual como hace Francia.

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Como no es previsible que cambiemos de opinión en relación a la energía nuclear, nuestra solución, onerosa y lenta, pasa por conseguir mucha mayor generación de renovables y dotarnos de elementos de almacenamiento de energía, que nos suministre cuando las renovables no alcancen. Los acumuladores son todavía caros y están poco desarrollados, por lo que habrá que recurrir a la recarga de energía hidráulica: las renovables elevarían agua desde la base hasta la cúspide de una presa para que el agua acumulada pueda producir energía hidráulica mediante turbinas en cualquier momento. Estos dispositivos requieren altas inversiones, por lo que, si no conseguimos que se abaraten los combustibles fósiles, tendremos la electricidad cara durante mucho tiempo.

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