![Mis encuentros con Miguel Delibes](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202001/01/media/delibes.jpg)
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Antes de empezar a dar guerra es conveniente iniciar la contienda afilando las armas, todo ello desde un campo nada bélico como es el del homenaje, el del recuerdo. Mi memoria adolescente me lleva a su casa en el paseo de Zorrilla, en un ... número impar, nada más superar el Hospital Militar, y siento sobre mi hombro y en la cabeza la presencia de una gineta. Nada alarmante, pero sí un poco de miedo. La razón de mi presencia en casa de Miguel Delibes no era otra que compartía pupitre con uno de sus hijos, a la sazón Adolfo. Tengo que decir que desde aquella época tengo en la repisa de mi biblioteca un libro con dedicatoria del autor titulado 'Mi mundo y el mundo'. Libro de lectura para niños de once a catorce años. De la editorial Miñón, 1970. Por aquellos tiempos cumplía a rajatabla las condiciones para su lectura. Acción que no sé si realicé. Mas confirmo que sus novelas no sólo llenan los anaqueles de mi biblioteca, también las he leído e incluso en mi breve etapa como colaborador en el inicio de Onda Cero Radio, reseñé, espero no me falle la memoria, 'El último coto', Edición Destino, colección Áncora y Delfín, 1992. «…el supremo placer de la caza residía en la libertad: hombre libre, sobre campo libre, contra pieza libre». Manifiesta.
Un recuerdo que por lo que tiene de anecdótico me gusta contar. Miguel Delibes sentado en butaca de pasillo en el patio del teatro Calderón, antes de la reforma, en una Seminci acompañado por su hija Elisa. Yo, cámara fotográfica en mano me acerco a saludarlos. Mala pata la mía, le piso y él me increpa, ella le pide calma. Ahí se inició nuestra, me atrevo a decir, amistad. La mejor prueba es una fotografía sonriente en la portada de la revista cultural 'En taquilla' fechada en octubre de 1997, con motivo de la celebración de la 42 Semana Internacional de Cine de Valladolid. Anteriormente, y de nuevo con motivo del Festival de Cine de su querida ciudad, nos encontramos en las lunetas del teatro Lope de Vega, después de contemplar el filme 'El Globo blanco' (1995) del iraní Jafar Panahi. Una breve y cordial conversación en la que no faltó la literatura.
En abril de 2001, se cumplían 50 años de la primera edición de 'El camino', Laura Sanz hace una certera radiografía de «una de las obras más importantes de la narrativa española» en el número 12 de la revista 'En taquilla'. «Sin duda una de las claves de este libro es la inocencia de sus personajes infantiles, su capacidad para disfrutar de la pequeñas cosas». Nuevamente la sencillez de los protagonistas y la realidad del lenguaje, escribir como se habla, hacen de la novela una imprescindible lectura.
Encontrar a Miguel Delibes dispuesto para una entrevista no era fácil, al menos en sus últimos años. Nuestro amigo y colaborador Fernando del Val nos regaló, con fotos de F. Javier de las Heras ('En taquilla', mayo 2008) un imprescindible encuentro con quien fue director de El Norte de Castilla. En estas preguntas y respuestas, Delibes se muestra breve, conciso y sin perder sinceridad, polémico. O al menos la controversia se generó entre sus contemporáneos que entrevieron en su respuesta, ¿por qué no?, ante la pregunta: ¿Considera ética la opción -tan literaria cuando se cruza el amor- de adelantar la hora del receso?, una defensa de la eutanasia. Cabe señalar la conversación que, unos años más tarde mantuve con el autor acompañado de su hijo Germán en la calle de la Estación, cuestión de vecindad, con motivo de dicha entrevista y otras cuitas de su interés. La cordialidad del momento me hizo ver que el litigio no le alteró el ánimo.
«De una novela buena se puede sacar una mala película y viceversa». Breve y certera sentencia de un autor, cuyas novelas han sido muchas veces transformadas en guiones cinematográficos, con diferentes resultados. Y de la misma manera se dramatiza su prosa en el escenario. Quién no recuerda 'Cinco horas con Mario'. Pero queriendo evitar a los impostores de la narrativa literaria, no puedo dejar de recordar el homenaje que Jesús Cueto Vallejo hace a Miguel Delibes en su artículo, 'Las ratas' ('En taquilla' octubre, 2010) de la adaptación de la novela homónima que realiza Giménez-Rico. «Las boinas de los campesinos, con el rabillo y todo, parecen recién compradas»; «En algunas secuencias de primavera se ven mieses amarillas, incluso rastrojos». Comenta irónico el autor.
No me atrevo a llamar casualidad el comentario que hice en octubre de 2010 en la revista 'En taquilla' sobre la concesión del premio Nobel, a saber: «Se encontraba la Academia Sueca disgustada por no tener en su lista de premiados al más singular de los escritores en lengua castellana, el vallisoletano Miguel Delibes. Para rendir cuentas a nuestra lengua universal, ha concedido, por méritos propios, el Nobel de Literatura al hispano peruano Mario Vargas Llosa. Enhorabuena».
En la misma revista cultural se hizo la reseña de dos publicaciones realizadas por la Fundación Miguel Delibes. Un libro, 'El hereje', da paso a otro libro, 'El viaje de los libros prohibidos', una edición con alma, para acunar en los brazos y leer en el atril. Delibes dibujante en el Norte de Castilla, una faceta desconocida del autor, caricaturista, bajo el seudónimo de Max, acrónimo de Miguel, Ángeles y X el enigma de su relación. Terminaron siendo matrimonio.
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