Por encima de la media

Importa menos que las puntuaciones en ambas materias hayan caído con respecto al informe de hace cuatro años, porque lo fundamental en este, y en muchos otros ámbitos de la política y de la vida, es figurar entre los mejores. No digamos nada de las pataletas de otras comunidades, como por ejemplo Madrid, que salen mal paradas en este último examen y que llegan a hablar de «cajas negras» para denostar su credibilidad. Todo un ejemplo de quienes en otros tiempos (cuando les iba bien, claro está) sacaban pecho y eran los primeros en encender la maquinaria de la propaganda.

En todo caso, y en el fondo, la dictadura del 'por encima de la media' evidencia un fracaso colectivo para asumir, desde la autocrítica, que en términos educativos nuestro país tiene por delante desafíos que van mucho más allá de una puntuación en un informe. Retos que se conjugan mal con la barra libre que impregna un sistema educativo dividido en 17 fascículos, y que antepone las medallas en las comparativas internas en vez de mirarse al espejo de la competencia global, que hoy lo domina todo.

Los problemas resultan palpables. Tomar conciencia de lo que representa el grave problema del abandono escolar temprano en España resulta imprescindible para poder reducirlo. Una sociedad sana, inmersa en un histórico proceso de digitalización, no puede permitirse el lujo de una población joven no formada. Tampoco un país solidario puede mirar para otro lado cuando conocemos que los alumnos pobres repiten cuatro veces más que los de familias con más recursos. Además, el 'por encima de la media' resulta irrelevante cuando, tras recibir la formación adecuada y demostrar méritos, los alumnos terminan haciendo las maletas para encontrar fuera la oportunidad profesional que merecen. Quizá PISA nos ofrece motivos para gozar de buenos titulares durante unos días, bienvenidos sean, pero más nos valdría pisar el terreno de la realidad y provocar cambios de verdad.