Los ciudadanos estamos interiorizando las extrañas consignas sobre el precio de la electricidad que deberemos acatar si queremos beneficiarnos de mejores precios. En síntesis, se trata de que aprovechemos las horas valle, de menor demanda y en que el precio de la energía ... es más barato, tratando de eludir las horas punta en que el consumo es mayor.
Es claro que el creciente recurso a las energías renovables, eólica y sobre todo fotovoltaica, en detrimento de las térmicas y las nucleares, crea un problema horario ya que nuestro suministro depende del sol y del viento. Pero la tecnología está muy avanzada y hay modos de almacenar energía de forma que los consumidores no tengan que estar reloj en mano encendiendo y apagando la luz, lavando la ropa los fines de semana o esperando a medianoche para planchar la ropa. Las centrales hidráulicas reversibles y distintos sistemas de acumuladores podían resolver el problema.
Yo no sé si se han percatado los inventores de este descabellado plan de que, una vez más, la genial idea se ceba en los pobres, sin que los ricos hayan de darse siquiera por enterados. Quienes no llegan a fin de mes, quienes no pueden calentarse en invierno ni refrigerarse en verano, serán quienes deban trasnochar y sufrir incomodidades para ahorrarse unos pocos eurillos que destinarán al postre dominical de los más pequeños. Los ricos, obviamente, ni se darán por enterados de la mudanza, ni cambiarán por tanto sus rutinas. Las víctimas de la proeza serán, en fin, las de siempre.
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