El resultado de las elecciones madrileñas celebradas ayer pasará pronto a un segundo plano. Lo que de verdad contará es la resaca que causen. La campaña fue áspera y poco edificante en las formas. Se gritó mucho, se insultó mucho, se descalificó mucho, pero las ... propuestas, los proyectos y las soluciones a los problemas de la Comunidad de Madrid brillaron por su ausencia. Es el estilo que ha adoptado la política española fundamentada en el «y tú más» que contribuye a emponzoñarla y desviarla de los que tendrían que ser sus objetivos reales. Para empezar, después de escuchar y soportar a los candidatos que se disputaban el poder autonómico, soluciones a los problemas no he visto; rifirrafes políticos, todos.
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La primera conclusión que muchos compartimos es bastante irracional: han sido unas elecciones innecesarias, fruto del fracaso del diálogo y el entendimiento. Todo lo que estaba en juego en las urnas se habría resuelto mejor hablando y negociando. Lo malo es que los políticos actuales ni saben negociar ni consta que quieran llegar a acuerdos. Es más fácil pelearse y culparse recíprocamente. La segunda conclusión empieza hoy en que, con los resultados del voto y el contravoto sobre la mesa, surgen las dudas y especulaciones sobre la incidencia que tendrán estas elecciones en la política nacional. Si algo quedó claro es que todo estaba enfocado a nivel nacional. Madrid suma muchos votos y el reparto que hagan tantos millones no puede pasar inadvertido.
El Gobierno, los partidos que lo integran y particularmente el presidente Pedro Sánchez tendrán que echar una pensada sobre su influencia en la situación precaria que estamos viviendo en España: con una pandemia aún sin concluir, una crisis económica galopante y un ambiente tristón y desilusionado de la gente no cabe defender que estamos bien y mejorando.
Las preguntas que a estas alturas todos nos estamos formulando, y los políticos interesados sopesando, parten del futuro de la coalición del Gobierno, de las alternativas que se puedan contemplar y de la necesidad imperiosa de establecer la normalidad institucional tan deteriorada como se encuentra. Las preocupaciones mayores parece lógico que se sufran en el PSOE, sobre el que recaerá la mayor responsabilidad. Pero no sólo serán los socialistas los que tendrán que analizar los nuevos datos con lupa; también los demás partidos, desde el PP hasta Unidas Podemos y, si me apuran, hasta Vox necesitarán extraer sus conclusiones y, sobre todo, los aspectos negativos que puedan afectarles. Anoche, siguiendo la tradición, los candidatos se mostraban optimistas, pero no se oculta que la procesión cada uno la llevarán por dentro.
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