Bloques de hielo flotan en el agua frente a la costa del glaciar Collins, en la Isla Rey Jorge, Antártida. Mathilde Bellenger
Editorial

El tiempo se agota

La sucesión de signos que alertan sobre la gravedad de la emergencia climática empuja a redoblar esfuerzos para combatirla

El Norte

Valladolid

Lunes, 12 de junio 2023, 00:20

Tras la primavera más cálida que se recuerda en España y la segunda más seca desde que existen registros, llegará otro verano con temperaturas superiores a las habituales. Un estudio basado en observaciones por satélite de la Nasa concluye que el Ártico perderá por primera vez todo su hielo ... cada septiembre entre 2030 y 2050 –una década antes de lo previsto– como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero. Estas últimas, lejos de reducirse, han alcanzado su máximo histórico, de forma que el calentamiento global avanza a un ritmo «sin precedentes», según acaban de advertir 50 prestigiosos científicos internacionales. Por si todavía persistiera alguna duda al respecto, esta sucesión de datos conocidos en la última semana justifica la extendida alerta por la emergencia climática que, si bien ha despertado una creciente concienciación, todavía no acaba de plasmarse en una respuesta acorde a los peligros que se ciernen sobre el planeta.

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No se trata de riesgos hipotéticos, que puedan ser desestimados sin más como predicciones carentes de fundamento o que solo resulten apreciables en estudios de laboratorio. Sus primeras manifestaciones son tan visibles como las olas de calor que empiezan a sucederse con inquietante frecuencia junto a intensas sequías y lluvias torrenciales que derivan en inundaciones en diversas zonas del mundo. Unos fenómenos meteorológicos extremos tras los que está la mano del hombre; en especial, el uso de combustibles fósiles. Prescindir de ellos sin gripar gravemente la maquinaria económica implica un cambio sustancial en los hábitos de vida y los modelos de producción. Ese ambicioso desafío requiere unos plazos razonables, pero también avances a buen ritmo para mitigar los estragos de la crisis climática en el medio ambiente, la salud de las personas y el bienestar social.

Se trata de una responsabilidad colectiva. Los ciudadanos disponen de múltiples herramientas en su esfera privada para reducir su huella de carbono y contribuir a la sostenibilidad del planeta: desde el ahorro de energía al reciclaje y el uso de transportes ecológicos. A los gobiernos corresponde marcar los objetivos y fijar las políticas para alcanzarlos a través de grandes consensos internacionales. Las demoras que acumula el proceso de descarbonización por las resistencias de algunos países adquieren mayor relevancia ante el deterioro de los indicadores y una evidencia incontestable: el tiempo se agota. Toca actuar.

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