El balance de 158 motoristas fallecidos en las carreteras españolas en lo que va de año amenaza con deparar un 2024 todavía más trágico que el ejercicio precedente, saldado con 299 víctimas mortales. Para afrontar esta siniestralidad tan alarmante, en la que un 3% de los desplazamientos causa la cuarta parte de los siniestros fatales, el Ministerio de Interior y la DGT avanzan en la reforma normativa anunciada en enero, que pasa por el uso obligatorio del casco integral y un curso para conductores con permiso B y tres años de antigüedad que quieran pasarse al ciclomotor. Ganar pericia a los mandos de un vehículo frágil resulta deseable, más entre los hombres de 35 a 54 años a los que una dilatada experiencia puede llevar a confiarse con modelos de alta cilindrada. También señalizar de manera correcta más de cien tramos de elevado riesgo en vías secundarias. La asociación representativa del colectivo, por su parte, sigue reclamando inversión para combatir la letalidad de los guardarraíles y las señales de Tráfico, que se relacionan con más de la mitad de las muertes. Aunque nada de todo esto servirá si la responsabilidad no acompaña en viajes en los que se pone la vida en juego.
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