Celebración del Aberri Eguna en Bilbao. Efe
Editorial

Pulso vasco

La inédita posibilidad de que EH Bildu se imponga al PNV el 21 de abril refleja las mutaciones que experimenta la sociedad de Euskadi

El Norte

Valladolid

Lunes, 1 de abril 2024, 00:00

El nacionalismo vasco celebró ayer el Aberri Eguna, la tradicional fiesta en la que reivindica el carácter de Euskadi como nación, que sigue sin concitar el apoyo de la sensibilidad política y social no abertzale y que carece del carácter inclusivo que en su momento ... pretendió el Estatuto de Gernika. Una vez más, el Día de la Patria puso el foco en la legítima aspiración de un sector de la ciudadanía en favor de un mayor nivel de autogobierno, obviando que el existente es el mayor de Europa y de nuestra historia democrática. Un discurso de parte que no pudo ocultar las propias mutaciones que está experimentando la sociedad vasca en especial tras la desaparición de ETA, con un sistema autonómico que ha institucionalizado un asentado modelo de bienestar centrado en el funcionamiento de los servicios públicos, que acapara buena parte del debate de cara a las autonómicas del 21 de abril.

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A falta de tres semanas para la cita con las urnas que abrirá el apretado y decisivo ciclo al que se seguirán las catalanas del 12 de mayo y las europeas del 9 de junio, era inevitable que el Aberri Eguna se desarrollara en un clima electoral, con el PNV y EH Bildu marcándose mutuamente al estar en cuestión por primera vez la tradicional hegemonía del primero. Los peneuvistas se esforzaron en movilizar a sus simpatizantes con la advertencia de que está en juego «un futuro mejor o uno peor», agitando el voto del miedo frente la «agenda oculta» de una izquierda abertzale a la que identifican con el «populismo». En una jornada con una retórica soberanista rebajada respecto a años precedentes, Arnaldo Otegi defendió la necesidad de que su formación gobierne para avanzar hacia la independencia y subrayó su condición de socio estable de Pedro Sánchez como «ventana de oportunidad» para dar pasos en esa dirección.

Pese a las obligadas referencias a la ambición soberanista, los actos en Bilbao y Pamplona confirmaron que la pulsión identitaria ha bajado de temperatura en beneficio de las 'cosas del comer' sin renunciar a sus objetivos últimos. Los mensajes preelectorales del PNV y EH Bildu inciden más en la sanidad o la vivienda que en una independencia que solo anhela el 22% de los vascos, según el último Sociómetro del Ejecutivo autonómico. Los socialistas tendrán a priori la llave de la gobernabilidad. Solo su previsible alianza con los peneuvistas para retener el Ejecutivo vasco daría oxígeno a Sánchez en una coyuntura en la que la legislatura pasa, singularmente, por lo que vote Cataluña.

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