La economía española conserva su pujanza, demostrada en el sorprendente crecimiento del 0,7% en el primer trimestre respecto al anterior, muy por encima de las previsiones. El sostenido tirón del turismo, la fuerza de las exportaciones y la resistencia del consumo explican esa expansión y ... una aparente inmunidad a las tensiones geopolíticas, a las incertidumbres que generan y a unos tipos de interés que el BCE se resiste a rebajar. Esa expansión es más del doble del 0,3% de media de la Eurozona, también superior al avance esperado y que si se confirma –se trata de un avance de Eurostat– le permitirá salir de la recesión técnica en la que cayó a finales del pasado año. La fortaleza del empleo, pese a su mal comportamiento en el arranque del ejercicio según la Encuesta de Población Activa, completa un escenario esperanzador. Pero no por ello exento de problemas. El estancamiento del PIB por habitante denota la necesidad de reforzar el peso de la industria y de las actividades de alto valor añadido en nuestro modelo de crecimiento. Junto a ello, la necesidad de reducir el déficit y la deuda para cumplir con la reinstaurada disciplina fiscal de la UE obligará a ajustes aún sin concretar.
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