El Premio Sájarov concedido por el Parlamento Europeo a Corina Machado y Edmundo González Urrutia supone todo un reconocimiento a la valentía con la que la oposición de Venezuela ha plantado cara al régimen autocrático de Nicolás Maduro, que ha respondido con una brutal represión en las calles y una vuelta de tuerca en el recorte de libertades a las protestas por el pucherazo electoral que, según todos los indicios, perpetró el chavismo para atrincherarse en el poder tras las presidenciales del 28 de julio. El gesto de la Eurocámara, que el año pasado rindió homenaje a la lucha de las mujeres iraníes contra las leyes que las discriminan en la tierra de los ayatolás, distingue el arduo trabajo de ambos dirigentes para «restablecer» la democracia «frente a la injusticia» en su país. Una labor frustrada hasta ahora por las turbias maniobras de Maduro, que sigue sin presentar ni una sola prueba de su autoproclamada victoria en las urnas y que desmonte los documentos que dan claro ganador a González Urrutia. Aunque, pese a todo, vuelva a tomar posesión del cargo el 10 de enero, los síntomas de desmoronamiento del chavismo son palpables. Su caída es cuestión de tiempo.
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