El acuerdo por el que Fox News indemnizará con 785 millones de dólares a la empresa de recuento de votos Dominion por las mentiras que, a sabiendas de lo que eran, difundió sobre el presunto fraude en las elecciones presidenciales de 2020 alegado por Donald Trump debería suponer una seria advertencia a los propagadores de noticias falsas dirigidas a manipular a la opinión pública ya sea con fines políticos o de otra índole. La cadena de televisión ultraconservadora ha preferido abonar esa cantidad –le reclamaban 1.600 millones– a dejar sus vergüenzas aún más al descubierto en un juicio por difamación con abrumadoras pruebas en su contra después de que su dueño, Rupert Murdoch, reconociera que permitió el bulo para ganar audiencia y de que sus principales estrellas confesaran que no se creían lo que afirmaban en antena. Ese paso desnuda también el repugnante discurso con el que el expresidente de Estados Unidos se niega a admitir el veredicto de las urnas e intenta deslegitimar la democracia en su país. Consuela que las mentiras no salgan gratis, aunque el dinero sea incapaz de compensar el veneno –bien visible en EE UU– que inoculan en la convivencia social.
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