Turistas en una playa de la Costa del Sol. Salvador Salas
Editorial

Optimismo económico

España se asienta como motor de la UE, aunque con un modelo de crecimiento, muy basado en el turismo, que es preciso reequilibrar

El Norte

Valladolid

Lunes, 20 de mayo 2024, 00:54

La economía española ha resistido con encomiable entereza las crisis derivadas de la pandemia y de la guerra en Ucrania, lo que no ha evitado un aumento de las desigualdades ni la persistencia de desequilibrios crónicos. Las previsiones de la Comisión Europea sitúan a nuestro ... país como la locomotora de la UE al mejorar cuatro décimas el crecimiento para este año, hasta el 2,1%, casi el triple que la media de la Eurozona (0,8%), y atribuirle un 1,9% para el próximo; unas cifras muy superiores a las de las grandes potencias del área. Además, apuntan una reducción del déficit hasta el 3%, como calcula el Gobierno, el límite de las reglas fiscales retomadas en la Unión tras un largo periodo de barra libre en el gasto público para impulsar la actividad en unas circunstancias absolutamente excepcionales.

Publicidad

La revisión al alza de las estimaciones de Bruselas, en línea con las realizadas por otros organismos, se basa en el sorprendente empuje del mercado laboral, que ha ejercido de sostén del consumo pese a una inflación ya moderada por el efecto de unos altos tipos de interés. Es natural que el Gobierno presuma de dinamismo económico, acentuado en los últimos meses y visualizado en unos indicadores que contrastan con la atonía europea. Aun así, asegurar que España «va como un cohete», como ha hecho Pedro Sánchez apoyándose en unos datos muy meritorios en el contexto actual, pero modestos y que reflejan una inequívoca tendencia a la desaceleración, no se corresponde estrictamente con la realidad. No resulta baladí que esa pujanza proceda en buena medida del tirón del turismo, con un ascendente peso en el PIB nacional, lo que incide inevitablemente sobre la calidad del empleo creado y sus salarios. El brío de ese sector cubre las carencias de otros y tiene beneficiosas consecuencias que saltan a la vista. Pero no permite olvidar los problemas de productividad que arrastra nuestro país ni el estancamiento de su renta per capita por un modelo de crecimiento muy dependiente de los servicios y que sería conveniente reequilibrar con un mayor protagonismo de actividades con alto valor añadido, vinculadas por lo general a la industria.

Las perspectivas dan a pie a afrontar con optimismo el futuro inmediato, a lo que contribuyen la inminente rebaja de tipos prevista por el BCE y el esperado final del estancamiento en la Eurozona en unos meses; singularmente, en Alemania. Pero de ahí a echar las campanas al vuelo media un abismo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad