La policía retienen a Juraj Cintula tras disparar contra el primer ministro eslovaco, Robert Fico. Reuters
Editorial

Del odio político a la violencia

El intento de magnicidio contra el primer ministro eslovaco alerta sobre los peligros de la polarización extrema también en Europa

El Norte

Valladolid

Viernes, 17 de mayo 2024, 00:43

El atentado contra Robert Fico, primer ministro de Eslovaquia, advierte de los riesgos que entraña la confrontación extrema de posiciones políticas. Un peligro que afecta a las democracias también en Europa. La utilización de las diferencias para desarrollar estrategias divisivas que convierten a los rivales en enemigos contribuye a deshumanizar a aquellos que hoy piensan distinto, mañana son prescindibles y al día siguiente deben desaparecer. Hasta el punto de que la polarización se convierte en eufemismo de un odio incurable. Tras su detención, el autor de los cinco disparos que estuvieron a punto de acabar con la vida del dirigente populista declaró que lo hizo porque no estaba de acuerdo con sus políticas. Todo parece indicar que Juraj Cintula actuó por propia iniciativa y en solitario, lo que no resta inquietud a la Unión ante el inminente inicio de la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo.

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Los ataques en Alemania contra la exalcaldesa de Berlín, la socialdemócrata Franziska Giffey, el candidato del SPD a la Eurocámara Mathias Ecke y la agresión a la 'verde' Yvonne Mosler por un grupo que se reivindicaba neonazi advierten que ni las democracias más consolidadas se encuentran a salvo de que en su seno aniden conductas excluyentes y liberticidas. En una comparecencia conjunta, la presidenta de Eslovaquia, Zuzana Caputova, y su sucesor electo, Peter Pellegrini, emplazaron ayer a los partidos de su país a destensar el clima político a favor de la convivencia. La violencia es la manifestación extrema de la intolerancia. De la animadversión incontenida. La campaña al Parlamento de Estrasburgo es la oportunidad que la sinrazón necesita para hacerse eco entre los instintos más primarios y, por eso mismo, el momento propicio para que Europa no solo renueve sus compromisos de progreso y bienestar para con sus ciudadanos. También para que recuerde que los valores que representa y su propia realidad adquieren una dimensión universal como meta del desarrollo y de la emancipación humana, a la que las sociedades democráticas no pueden renunciar.

El atentado contra Fico no es un episodio limitado a una acción individual. Es la advertencia de que una Europa aún en construcción puede ser desestabilizada y verse insegura hasta el punto de que acabe dejando de lado sus valores. La UE es una realidad de libertades y bienestar, de derecho, de cuya defensa no pueden desentenderse ni siquiera sus extremos.

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