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Las discrepancias entre el ministerio de Hacienda y el de Trabajo sobre las obligaciones tributarias de los perceptores del salario mínimo interprofesional han dado lugar a un pulso entre las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz que adquiere características partidistas e incluso personales. Si hoy la líder de Sumar no se aviene a acordar una deducción en el IRPF a medio camino entre la postura inicial de Hacienda y la exención reclamada por Trabajo desde el primer momento, habrá que concluir que Díaz considera políticamente más rentable para su formación destacar tal diferencia que procurar algún tipo de entendimiento dentro del Consejo de Ministros. Especialmente tras la renuencia de Pedro Sánchez a elaborar nuevos Presupuestos. Aunque tampoco le resultará fácil a Montero salvar la papeleta sin aplicar, siquiera por su cuenta, la propuesta formulada de deducciones que supondrían 200 millones de recaudación menos para el erario. En vez de los 2.000 que podría llegar a detraer el planteamiento de Díaz. Ambas dirigentes han dado muestras de querer llevar su particular pulso hasta el final. Sin otro propósito ya a estas alturas que el de hacerse valer, aunque tampoco sepan para qué.
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