Mi padre durante más de treinta años fumaba tres pitillos al día, rubios por supuesto. Excepto en Nochebuena, Nochevieja y Viernes Santo, que hacía un exceso y fumaba cuatro.

Publicidad

De tal manera que, por la mañana, cuando iba a trabajar al banco, se llevaba su ... cigarrillo junto con un termo con leche y galletas para hacer más llevadero el desayuno entre tanta hiena. A mediodía remataba la comida con el cigarrillo que más le gustaba y por la noche, antes de irse a la cama, repetía la ceremonia de las galletas María con medio vaso de leche, por aquello de no fumar con el estómago vacío.

El paquete traía veinte cigarrillos, y mi padre tenía un cuadrante perfecto en la cabeza, y sabía en qué momento se acaban y por supuesto, cuando alguien le mangaba uno.

Las pocas veces que intenté robarle uno de aquellos maravillosos Winston, me pilló y únicamente tenía dos opciones: reconocerlo o echarle la culpa a mi hermana.

Un buen día decidió dejarlo definitivamente y aquello se acabó. La idea de que, aunque fueran muy pocos seguían siendo perjudicial para su salud, le llevó a acabar con aquello de manera drástica.

Durante mucho tiempo en mi casa los domingos se hacían planes infantiles. Algo que ahora sufrimos Sofía y yo con mis hijos, y más concretamente con Dimas que se levanta de la cama con las clásicas preguntas de si tenemos plan y si hemos organizado algo con sus amigos.

Publicidad

Pues bien, nuestros domingos y fiestas de guardar se solían pasar en el campo, ya que mi padre era aficionado a la pesca de la trucha junto con mis abuelos y sus amigos.

Victorino, un buen amigo de mi abuelo, fumaba habitualmente tabaco negro, salvo los domingos que compraba un paquete de Marlboro. Con la disculpa de acompañarle y llevarle la sacadera, siempre se me presentaba la opción de mangarle un par de cigarrillos que luego me fumaba sólo y a escondidas, conformando el único momento interesante de aquellos domingos.

Durante unos cuantos años fumé y modestia aparte creo que lo hacía bastante bien. Los compraba sueltos cuando andaba tieso, que era casi siempre, hasta que comencé a trabajar y caían las cajetillas de dos en dos para no tener que bajar al bar a la una de la madrugada.

Publicidad

Con el tiempo, y la búsqueda de la vida más sana, junto con una carrera a lo Vinicius que me dejó para el arrastre acabé por aparcar los Luckies y su magnífico slogan «It´s Toasted» que tanta gloria dio al brillante Don Draper.

Si tuviese que escoger el cigarrillo perfecto, no sabría cual, ya que todos tenían lo suyo, pero sin duda los mejores siempre fueron con un buen café y un vaso de agua fría.

Reino Unido ha informado que prohibirá la venta de tabaco a cualquier persona nacida después del 2009. Esta medida entrará en vigor en tres años, cuando los chicos que ahora tienen 15 años cumplan 18, dándose la situación de que no podrán comprar, pero sí fumar.

Publicidad

El consumo de tabaco es la primera causa de muerte prevenible y dicen que cada minuto ingresa un paciente en Inglaterra con una dolencia relacionada con el tabaco.

El Chapu Apaolaza decía que él prendió algún cigarro porque el maestro Chenel fumaba. Yo fumé porque casi todo mi entorno lo hacía, los profesores en las aulas, en los autobuses de la mitad hacia atrás, fumaba el médico mientras te explicaba un diagnóstico y cómo no, se fumaba en el cine y en la televisión.

Ahora todo es diferente. Casi les diría que fumar ya no está de moda, y cuanto más difícil se lo pongan, mejor.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad