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El Banco Central Europeo resolvió ayer subir los tipos de interés otro 0,25%, con lo que el precio del dinero se ha situado en el 4,5%, desconocido desde hace veintidós años. No fue una decisión unánime del Consejo de Gobierno de la entidad, ... siendo ya la décima consecutiva, sino que se adoptó por mayoría. Frankfurt se inclinó por priorizar el objetivo de rebajar cuanto antes la inflación, frente a la creciente preocupación de que una vuelta de tuerca más en ese sentido puede acabar por empantanar el crecimiento de la zona. La previsión de una inflación para 2023 nada menos que del 5,6%, y del 3,2% en 2024, resultaba un argumento demasiado contundente como para que el Banco Central renunciara ayer a subir los tipos, mientras Rusia y Arabia Saudí continúan manejando a la baja la producción de crudo incrementando su precio.
Christine Lagarde pareció sugerir que la de ayer podría ser la última subida de tipos, aunque sin precisar hasta qué fecha continuará vigente. El «tiempo suficientemente largo» al que se refiere el comunicado del BCE, dando por supuesto que la eventualidad de una reducción de tipos representa hoy un horizonte imposible de prever. Tratar de combatir la inflación en cuando al coste de la vida, adoptando una medida que subirá otra vez el euríbor, no solo resulta desconcertante para millones de personas. Envía a las demás instituciones de la Unión, empezando por los gobiernos nacionales, el mensaje de que deberán atender los efectos no deseados de la contención monetaria de la inflación con iniciativas que los palíen en cada caso. Aunque supone también una invitación a que gobiernos, ciudadanos y empresas traten de contener la respiración en lo que resta de año. Porque, aunque el Banco Central Europeo necesita dar credibilidad al canon del 2% de inflación máxima con resultados que avalen su autoridad, parece imposible que en el empeño no se generen situaciones adversas a la recuperación y al bienestar de personas y familias.
La institución radicada en Frankfurt prevé un crecimiento para la zona euro del 0,7% en 2023, con un 1% y un 1,5% en 2024 y 2025, respectivamente. Corrigiendo su estimación anterior como expresión de que asume también las consecuencias de sus decisiones. La prudencia y la parquedad en la comunicación de la política monetaria son imprescindibles para que los mercados no precipiten acontecimientos. Pero los europeos necesitamos algo más de claridad en cuanto al rumbo que siguen todas las instituciones.
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