El visible enfado de EE UU acredita lo inoportuna que resulta la vuelta de la violencia a Kosovo en un momento en que el corazón de Europa padece una guerra abierta en Ucrania. Que la zona no estaba ni mucho menos estabilizada queda acreditado ... por el hecho de que la misión de la OTAN, la KFOR, se desplegó en 1999 y 24 años después continúa separando a serbios y albanokosovares.
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Con episodios como el reciente en Zvecan, en el que decenas de soldados italianos y húngaros resultaron heridos, algunos por armas de fuego, después de ser atacados por manifestantes serbokosovares. Y con la novedad de que, en esta ocasión, la presión internacional se concentra en el Gobierno de Pristina, empeñado en imponer a alcaldes salidos de elecciones boicoteadas por la mayoría local.
Aunque tampoco Belgrado, con su Ejército en alerta máxima en la frontera, escapa a la reprobación de Washington y Bruselas. Ni Serbia ni Kosovo pueden permitirse distraer a los aliados reunidos en la cumbre de la Comunidad Política Europea en Moldavia de su verdadera prioridad, el máximo apoyo a los ucranianos, si no quieren comprometer un deseable futuro euroatlántico.
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