Resulta tranquilizadora la verificación por parte de la Comisión Nacional de la Competencia de que los supermercados han trasladado de forma escrupulosa a sus clientes la rebaja del IVA en alimentos básicos aprobada en enero por el Gobierno para paliar la inflación. Su informe desmiente ... las acusaciones contra las empresas del sector lanzadas por asociaciones de consumidores. Salvo que surjan pruebas dignas de tal nombre, el exhaustivo estudio de la CNMC debería zanjar una controversia en la que no cabe olvidar que, aunque tengan una menor carga fiscal desde el 1 de enero, es perfectamente posible que algunos artículos sean más caros si desde entonces ha subido su precio en origen por las razones que fuere. El alza anual de un 10,3% en la alimentación así lo demuestra y está en el origen de un preocupante cambio de hábitos en ese terreno. La cesta de la compra de las familias ha visto reducida la presencia de carne, pescado, frutas y hortalizas en el último año, mientras abundan productos de una menor calidad, pero más baratos. Una evidencia de que la inflación no es solo corrosiva para los bolsillos de los ciudadanos –en especial, de los que tienen bajos ingresos–, sino para su salud.
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