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Carlos Martínez, alcalde de Soria, presentó en rueda de prensa su precandidatura a la Secretaría General del PSOE de Castilla y León. Lo hizo un día después de que Luis Tudanca, actual líder de la formación, renunciara a esa posibilidad, después de semanas de incógnitas ... y choques directos con la dirección nacional, en una fractura con Ferraz y Pedro Sánchez que cambió la propia agenda del congreso autonómico. Será pues Martínez quien, con toda seguridad, releve al burgalés al frente del partido. El hecho se enmarca en el extendido contexto de renovación territorial que ha emprendido el PSOE después de su cónclave en Sevilla, antes de Navidad. Óscar López en Madrid, Pilar Alegría en Aragón o María Jesús Montero en Andalucía son otros de los nombres que han protagonizado los movimientos internos de la organización. Carlos Martínez apeló en su intervención a un «rearme ideológico» de la propuesta socialista y viene a sustituir a un político, Tudanca, que en su haber atesora algunos logros, como la victoria electoral del año 2019, pero que tampoco ha alcanzado el principal: el gobierno de la Junta de Castilla y León. El cambio era, por tanto, necesario. Aunque se produce tarde. Y la persona que asume la responsabilidad seguramente es la adecuada. No tanto por sus holgadas victorias pasadas en las urnas, que por sí solas no garantizan nada (que se lo digan a Núñez Feijóo), como por el hecho de que se trata de un perfil maduro, con oficio y capaz de aglutinar en torno a un único objetivo a las distintas voces y sensibilidades de una comunidad compleja como es Castilla y León. Será en ese proyecto de comunidad conjunto, en todo caso, y en la cohabitación temporal que deba compartir con el liderazgo oficial de Tudanca hasta la próxima cita electoral, prevista para principios del año que viene, donde el por ahora precandidato socialista tendrá que esforzarse de manera especial. Ahí deberá fraguar su relato ante los electores y ahí va a proyectar su imagen de posible presidente de la Junta. Porque corre el riesgo de acabar formulando un programa con excesivo tinte localista, demasiado mediado por su condición de soriano o en exceso orillado en las tesis que defienden que los gobiernos del PP solo han favorecido los intereses de Valladolid, «villa y corte», según dijo. Si hablamos de unidad de acción y de proyecto, un primer asunto que deberá resolver es, por ejemplo, si respalda o no los deseos de sus compañeros de León, con el alcalde a la cabeza, de desgajarse como una comunidad autónoma diferente.
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