El Día de la Fiesta Nacional volvió a ser ayer una jornada de la que los españoles pudimos disfrutar desde la diversidad de nuestros vínculos y sentimientos identitarios, en la constancia de que compartimos un mismo marco de convivencia y libertad junto a un pasado ... en común. El desfile de las Fuerzas Armadas con la presencia de Felipe VI, la reina Letizia y la princesa Leonor y la recepción posterior en el Palacio Real representaron la conmemoración institucional del 12 de Octubre. El día ofreció nuevos signos de normalidad, como la participación del presidente de la Generalitat catalana, Salvador Illa, en los actos desarrollados en Madrid. O el hecho de que la Guardia Civil celebrase la fiesta de su patrona, la Virgen del Pilar, en la plaza de España de Vitoria, saliendo así por primera vez de la comandancia de Sansomendi en la capital alavesa. Aunque no solo quedara deslucido por el aguacero que cayó durante el desfile madrileño, sino también por los abucheos dirigidos al presidente Sánchez, impropios de una jornada de respeto mutuo y a las instituciones, en la que nadie debería pretender patrimonializar en exclusiva a España ni la hispanidad.
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La vindicación de los lazos históricos, culturales y familiares con la América con la que nos comunicamos en lengua castellana estuvo presente ayer en el ánimo de la fiesta, en momentos en los que los máximos mandatarios de Venezuela y de México recurren a un pasado que presumen agraviante para legitimarse falsamente tensionando las relaciones con nuestro país, cuando las personas y las empresas de ambos lados del Atlántico necesitan de la máxima cooperación.
La de ayer fue una jornada de especial reconocimiento hacia los contingentes de las Fuerzas Armadas españolas que, con hasta 3.000 efectivos, participan en misiones y operaciones internacionales. Tanto bajo la bandera de Naciones Unidas que ayer desfiló por el paseo de la Castellana como dentro de operaciones de la OTAN. Con los militares españoles de la Finul en una situación muy difícil por la ofensiva israelí contra Hezbolá en Líbano negando la paz que tienen encomendada preservar, y su crucial participación en defensa de Europa y de las democracias en el flanco este de la Unión frente a la amenazante Rusia. Compromisos que advierten que España significa también responsabilidad solidaria con un mundo libre en el que constitucionalmente hemos decidido labrar nuestro futuro como nación.
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