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El fútbol español ha obtenido un éxito sin precedentes al conquistar el Balón de Oro por partida doble, en una votación que ha encumbrado a Rodri y en la que Aitana Bonmatí ha revalidado el trofeo del año pasado. El premio al mediocentro de la selección y del City distingue la clase de un jugador excepcional, un «chico normal» alejado de los focos y los egos desmedidos. Un hito que permite recuperar para España el cetro que logró hace 64 años Luis Suárez. La ceremonia, que también coronó la juventud de Lamine Yamal y la lucha contra la discriminación de Jenni Hermoso, se vio ensombrecida por la pataleta del Real Madrid al renunciar a ir a la gala tras conocer horas antes que su delantero Vinicius no iba a ganar el Balón de Oro, a pesar de que el club estaba nominado en otros apartados que a la postre consiguió como los de entrenador (Carlo Ancelotti) y goleador (Kylian Mbappé, compartido con Harry Kane). Un mal ejemplo que echa por tierra el 'fair play' en el mundo del fútbol, necesitado de valores y buenos modales capaces de corregir los lamentables comportamientos que agitan tanto los campos de la Liga como el deporte escolar. Hay que saber ganar y saber perder.
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