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La exhumación ayer por el Gobierno de los restos de José Antonio Primo de Rivera enterrados en Cuelgamuros viene a sellar el ciclo marcado por la salida del antiguo Valle de los Caídos de Francisco Franco y adentra la aplicación de la Ley de ... Memoria Democrática en la recuperación de los cuerpos de un centenar de republicanos que murieron en el recinto por la represión dictatorial. La consideración de víctima otorgada por el Estado a Primo de Rivera, fusilado en 'zona roja' en 1936, subraya las complejidades –atrocidades– que nutrieron el horror de la Guerra Civil, al tiempo que permitía a su familia mantener su sepultura en Cuelgamuros, si así lo quería, alejada de cualquier posible exaltación como exige la norma. La decisión de los allegados de volver a enterrarle en un cementerio católico y la aceptación por el Gobierno habían facilitado la gestión calmada de las previsiones establecidas por la nueva ley, con independencia de que se comparta o no su contenido. La asunción de la legalidad constituye la esencia de cualquier sociedad democrática y de un marco de convivencia que los falangistas congregados en San Isidro no debieron intentar quebrar enfrentándose a las fuerzas del orden.
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