Un hombre ejerce su derecho al voto en un colegio electoral en Durango, ayer. Luis Tejido / Efe
Editorial

Euskadi, a favor de la corriente

Que la efervescencia secesionista se modere dependerá de que PSOE y PP sean capaces de contenerla por su propia representatividad

El Norte

Valladolid

Lunes, 22 de abril 2024, 00:28

Las elecciones al Parlamento vasco ofrecieron ayer un panorama que, en lo inmediato, no tendría por qué afectar a la estabilidad institucional en España. Dará lugar a una coalición de gobierno PNV-PSE necesariamente continuista. Aunque Imanol Pradales deberá esforzarse para recuperar terreno a favor de la sintonía centrada con los socialistas de Eneko Andueza. En cualquier caso, la legislatura de Pedro Sánchez seguirá contando con la anuencia de la inmensa mayoría del voto en las autonómicas vascas. A pesar de que la división entre Podemos y Sumar transmita a la alianza de progreso todas las señales de alarma. Empezando porque la formación de la vicepresidenta Yolanda Díaz ha vuelto a mostrar debilidades críticas que evidencian su falta de arraigo territorial y una liza permanente con su propio pasado en Podemos. A partir de esa imagen general del escrutinio de ayer, afloran dos puntos de tensión para el actual mandato de Sánchez. El más doméstico, es que la vicepresidenta Díaz se verá en la necesidad de distinguirse aún más dentro y hacia fuera del Consejo de Ministros, para evitar el declive de Sumar. El menos controlable, la agenda que trate de imponer EH Bildu en Madrid para rentabilizar los votos obtenidos en el País Vasco y sortear, al mismo tiempo, la frustración que a los de Arnaldo Otegi pueda suponerles seguir fuera del gobierno de las instituciones vascas, mientras los socialistas se desentendieron de los beneficios obtenidos a cuenta de la izquierda abertzale afeándole su pasado solo en la última semana de campaña.

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A partir de ahí, el resultado de las elecciones del 21 de abril en Euskadi puede volverse también complicada para la estabilidad en España si los comicios del 12 de mayo en Cataluña dan lugar a una nueva edición del 'procés'. Si, frente a la distancia con que el independentismo y el soberanismo vascos contemplaron los acontecimientos de 2017 en Cataluña, pudieran hacerse eco de una nueva ola de reivindicación identitaria en aquella comunidad. Pero que la efervescencia secesionista se modere en medio de la fragmentación parlamentaria y de la polarización partidaria dependerá de que las dos principales formaciones de ámbito nacional, PSOE y PP, sean capaces de contener por su propia representatividad social las pulsiones disgregadoras en nacionalidades y regiones.

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